Hernán Rengifo,
Un verdadero servidor público
Aníbal Palacios B.
La política, como actividad pública orientada a la
resolución de los problemas de la comunidad en el momento en que se ejerce y la
capacidad de prever las dificultades que puedan presentarse en el futuro a fin
de evitarlos a través de una planificación coherente, acorde con las características
sociales y culturales de esa comunidad, donde todos los factores humanos actúan
de manera convergente, tuvo en Hernán Rengifo un verdadero paradigma.
Muy pocos,
poquísimos en realidad, dirigentes políticos a quienes en la mal llamada Cuarta
República les correspondió hacer vida pública en Guatire entendieron cuál es la
verdadera función de un dirigente político aldeano. De la quinta ni hablar,
ninguno entiende, ninguno aprende, ninguno sirve. Si dividimos la función
pública guatireña en dos grandes etapas, antes y después de la dictadura de
Pérez Jiménez, nos encontramos con que los dirigentes de la segunda etapa están
en deuda con la población. Los dirigentes comunitarios de antes no cobraban
sueldos, no disponían alegremente de los dineros públicos y solucionaban todos
los problemas de la comunidad; a saber, alumbrado público, agua potable,
escuelas municipales y las calles arregladitas, porque aunque eran de tierra,
no tenían huecos debido a una cuadrilla de obreros municipales que ganaban poco
y trabajaban mucho. Los de ahora tal vez sigan ganando poco pero son muchos, en
realidad demasiados, los que cobran y no trabajan, porque en aquel entonces no
existía burocracia municipal.
Quizás el
gobernante local (Alcalde o Presidente del Concejo Municipal) que entendiera
cabalmente la función pública y la ejerciera consecuentemente fue Francisco
Delgado, pese a las limitaciones presupuestarias de la época. Hernán Rengifo
quien no ejerció como edil en nuestra población, pero que se desenvolvió como
diputado en la Asamblea Legislativa del Estado Miranda por varios períodos,
jamás se desligó de su comunidad, trabajo por ella a tiempo completo y, además,
consciente de que, por guatireño, no debía dedicarse exclusivamente a este
pueblo porque su competencia abarcaba a todo el estado Miranda, atendió también
a toda la geografía regional.
Amigo de todos
A la hora de
ayudar a algún ciudadano, Hernán no consideraba su militancia política; adecos,
copeyanos, masistas, comunistas, miristas, causaerristas, izquierdistas
variopintos, independientes y ciudadanos comunes y corrientes, siempre tuvieron
en él a un amigo con el que podían contar para resolver algún problema o para
solventar obstáculos relacionados con las actividades políticas y sociales de
cada cual. Hernán era el único dirigente político aldeano que usted sabía dónde
encontrarlo cuando lo necesitaba. Particularmente nunca pude entender cómo
hacía para estar en un estadio de beisbol, cancha de bolas criollas, polideportivo,
una barriada, una comunidad rural, bautizo, un entierro, la biblioteca pública,
la plaza 24 de Julio, un acto del CEA, una celebración del CEMAG, el San Pedro,
el San Juan, las alfombras de flores en Araira, las fiestas patronales Guatire,
Araira, Chuspita, Salmerón y las Barrancas, y además tener tiempo para trabajar
activa y eficientemente con legislador. Parecía poseer el don de la ubicuidad.
Obras son amores
Ningún político
guatireño y probablemente ningún dirigente regional puede mostrar un catálogo
de obras gestionadas para la comunidad como las que lograra Hernán Rengifo. Y
conste que jamás hizo alarde de su trabajo como servidor público. No como ahora
que se gasta más dinero en promocionar una obra que lo efectivamente gastado en
el trabajo mismo. La sede del CEA en el Calvario, la del CEMAG en La Rosa y de
la Orquesta Municipal en la Calle Zamora. La sala de Fisiometría y la sede del
San Pedro en el 23 de enero, para hablar de instituciones civiles emblemáticas
de la población, son logros obtenidos gracias a la terquedad de Hernán Regnifo
ante los distintos gobernadores de Miranda. Nunca le detuvo la militancia
política de gobernante de turno. No se trata de un listado taxativo, es una
mera referencia a obras tangibles de utilidad pública forjadas por el espíritu
silencioso de trabajador social que siempre caracterizó a Hernán Rengifo.
No pretendemos
hacer con esta nota un reconocimiento póstumo; si algún dirigente político
llegó a ser respetado, apreciado y valorado durante su vida pública, ese fue
Hernán Rengifo. Jamás se valió de su posición política para atropellar a nadie,
jamás utilizó recursos o privilegios de su status en beneficio propio y jamás
cambió su personalidad; siempre fue un hombre humilde y sencillo y así se
comportó como político. En la despedida de sus amigos, observamos que eran todos
los que estaban, pero no estaban todos los que eran: faltaron algunas personas,
hoy dirigentes o encumbrados simpatizantes del gobierno de turno a quienes
Hernán ayudó mucho en épocas de desasosiego político y personal, pero que no
tuvieron vergüenza para acercarse a despedirlo, o porque simplemente ya no
conocen ni reconocen a nadie que en el pasado les haya tendido la mano.
A Hernán Rengifo
la comunidad no le debe honores porque él nunca los buscó ni trabajó en función
de ello, pero el reconocimiento de su labor no es un acto de justicia política
sino histórica, y la historia aldeana sabrá reconocerle los méritos que como
dirigente político tuvo, y la influencia de su comportamiento público en
beneficio tanto de las generaciones con las que convivió como con las futuras,
porque eso fue precisamente lo que le distinguió: su visión de futuro.