viernes, 11 de marzo de 2022

 

El cronista municipal

Aníbal Palacios B.

    Llegado el momento de elegir un nuevo cronista del municipio Zamora del estado Miranda, había un consenso en torno al nombre de René García Jaspe, insigne guatireño quien junto con Ángel María Daló, Guido Acuña y Jesús María Sánchez, mora en el Olimpo de la crónica histórica zamorana. Pero René manifestó que, por razones personales, no podía aceptar el nombramiento… y se armó la sanpablera.

Sede del Concejo Municipal

    Me preocupa disentir con amigos a quienes admiro, aprecio y respeto, tanto como me angustia coincidir con personas habitualmente más alejadas de mis ideales, quehaceres y pareceres, pero no es la primera vez, ni espero sea la última; del disenso se puede extraer útiles conocimientos. En este sentido opino que el debate en torno al nombramiento del nuevo cronista es pertinente pero extemporáneo, a la par de descomedido. Existen aspectos que me generan suspicacia, tal vez porque no logro entenderlos. El primero de ellos se refiere al hecho de discutirse vehementemente ahora un tema que debió debatirse hace justamente un año. Si el tan mentado artículo 6° de la ordenanza se modificó en febrero de 2021, ¿por qué no se cuestionó en ese momento? No había entonces interés alguno de por medio en la selección del cronista, por lo que la discusión tal vez hubiese sido igual de apasionada, pero más amplia, sincera, desaprensiva. Al respecto, mi impresión es que la discusión no está planteada en procura de determinar quién debe ser el cronista, sino para establecer quién no debería serlo y en ese sentido todo apunta, sin que se revelen nombres, que hay quienes desean que la designación no recaiga en José Manuel Milano quien, hasta la fecha de hoy, 8 de febrero de 2022, no ha sido postulado al cargo.    

René García Jaspe

    Se argumenta que el Concejo Municipal pretende seleccionar a un miembro del PSUV y eso para muchos es inaceptable porque, según ellos, se estaría imponiendo un criterio partidista al nombramiento. Pero resulta que el noble, apreciado y respetado amigo Marlon Zambrano, cronista de excelso estilo literario, poeta de la crónica, al confesar que pertenece a esa organización política le agrega un nuevo ingrediente al debate. Marlon es el único guatireño que puede presumir haber ganado dos premios nacionales de periodismo, ambos por cronista, por lo demás. Uno él solito en 2019, del cual por cierto aún nos debe el brindis, y el otro con Tere Tere en 2005, mensuario del cual es cofundador junto con José Manuel Milano, Elia Alonso y Coromoto Fajardo y en el cual durante muchos años, compartió también con René García Jaspe, Nelly Pittol, Rachel Citty Pittol, Nanci Fernández y quien suscribe). Si por una de esas tantas vueltas que da la vida Marlon Zambrano fuese nombrado Cronista Oficial del Municipio, ¿alguien en su sano juicio criticaría la designación por el mero hecho de pertenecer al PSUV? No lo creo. ¿Que no ha sido propuesto para el cargo? pues yo lo hago en este momento; tecnicismo superado. Entonces, ese argumento de la partidización no me convence. Cualquiera puede tener razones personales para no desear que José Manuel Milano sea el Cronista Oficial, eso lo respeto; pero nadie puede decir que carezca de méritos, credenciales y capacidad de trabajo para ejercerlo. Pertenecer al PSUV no disminuye la valía de ninguno de los dos.

    Otro argumento es el de la injerencia política en la toma de decisiones. Los entes legislativos son instituciones intrínsecamente políticas; es su naturaleza y actúan en consecuencia. Si el alcalde Raziel Rodríguez tuviese mayoría en la Cámara Municipal la situación sería diametralmente opuesta; la misma dirección pero en diferente sentido; entonces la selección seguramente recaería en Rachel Citty Pittol, cuyas cualidades y capacidad de trabajo tampoco pueden discutirse, por tanto, ejercería su cargo con la misma brillantez que los dos miembros del PSUV. Pero, ¿se atrevería alguien a cuestionar ese nombramiento porque existiera una injerencia política en la decisión? Tampoco lo creo y me disculpan tanta incredulidad. Ese argumento entonces carece de sustento; ese no es el problema.

Ángel María Daló

    El otro aspecto es la legalidad. Se critica a estos concejales recién instalados algo que se le toleró flagrantemente a los anteriores, y que es el causante de todo este lío: modificar el artículo 6° de la Ordenanza. Considero que la Cámara tiene el derecho de determinar la manera como debe elegirse al cronista; a fin de cuentas es su responsabilidad. Ramón Melinkoff, destacado profesor universitario, resalta como un principio administrativo fundamental que la responsabilidad no se delega. Usted puede delegar funciones, atribuciones, directrices y actividades; pero la responsabilidad seguirá siendo suya. El Concejo Municipal elige también al Contralor Municipal; ¿podemos elaborar una Ordenanza que establezca una comisión formada por un representante de la Alcaldía, otro del Concejo, un tercero de la Cámara de Comercio, uno más en representación de los contadores públicos que trabajan en el municipio y el otro del sector industrial? El Alcalde, por su parte, nombra al Síndico Procurador Municipal, pero debe recibir previamente la aprobación de la Cámara, que puede vetar el nombramiento. Si el Concejo Municipal, actuando conforme a la ley rechaza el nombre propuesto ¿qué haríamos? ¿Recogeríamos firmas de apoyo o protestaríamos frente al Centro Cívico exigiendo el reconocimiento? La Oficina del Cronista es un Órgano Auxiliar del Concejo, lo establece la ley, que además indica que el municipio “podrá crear”…; es decir, es optativo. Puede no hacerlo y aunque esa sería una salida políticamente incorrecta, pudiera darle largas al asunto mientras nosotros vociferamos. El Concejo Municipal, nos guste o no, tiene deberes que cumplir y el derecho a determinar cómo hacerlo; a fin de cuentas, insisto, es su responsabilidad.

    En todo caso, el asunto jurídico es un tema discutible, lo admito; de interpretación, de tratar de establecer cuál era la intención del legislador y pudiésemos pasar meses tratando de resolverlo sin llegar a un acuerdo, o simplemente concluir que la intención era, justamente, enredarlo todo.

Jesús María Sánchez

    En medio de este zaperoco, surgen voces que desvirtúan, enrarecen y hasta envilecen el debate a través de las redes sociales, o concretamente por medio de un grupo de WhatsApp, pese a la insistente y hasta ahora inútil recomendación de moderar opiniones para mantener la cordura, de manera de no agredir, ofender o vilipendiar a quienes adversamos. Una de esas voces es la del aspirante al cargo, Juan Ramón Colina, quien, en una carta de autopostulación, en lugar de resaltar sus propias virtudes comienza descalificando de manera irrespetuosa, desmedida, e intolerante a sus posibles rivales. Así, conceptuó a Jesús María Sánchez como un viejo caprichoso y se apresuró a inhabilitarlo porque la Ordenanza establece un tiempo de residencia en el municipio y él vive en Los Teques. Jesús María nunca ha deseado ser Cronista Oficial, de haberse interesado hubiese sustituido a Ángel María Daló. Pero si quisiese serlo en este momento ¿sería alguien capaz de vetarlo por ese tecnicismo o protestar una modificación de la Ordenanza que eliminara esa restricción? Cuesta creerlo pero sí, es posible. Para el aspirante Colina, poco importa que Nelly Pittol haya desarrollado una extraordinaria labor en la Casa Regional de la Historia de Petare e investigado y publicado diversos y significativos trabajos sobre Araira y Guatire; nada, es una vieja de 59 años y punto, no nos sirve. ¿Marlon Zambrano? A sus cincuenta años hay que jubilarlo. ¿Qué importan sus dos Premios Nacionales de Periodismo? Que los exhiba en la pared de su casa y se dedique a la poesía; a fin de cuentas es excelente en ese campo. En fin, todo aquel que tenga más edad que la suya no es apto para el cargo. Estas expresiones de Colina recibieron el apresurado, irreflexivo y, consecuencialmente, cómplice apoyo de algunas personas. Aquí vale decir que posteriormente Juan Ramón logró que una agrupación lo postulara y en esa ocasión se dedicó a resaltar sus atributos sin desmerecer los ajenos.    También, en esta vorágine demencial ha surgido una campaña con opiniones destempladas, agresivas, contradictorias y hasta injuriosas en contra de los concejales (de los actuales, no de los responsables reales que conformaron la directiva anterior). Un esfuerzo (sin las injurias) digno de mejores causas. Por ejemplo, cuando Solamey Blanco colocó la estatua del indio aquel, ¿acaso consultó al sector cultura? No. ¿Estaba obligada a consultarlo? Tampoco. Pero a quien sí debió consultar fue a la antropóloga Nelly Pittol y al profesor René García Jaspe (escribió un libro sobre el origen prehispánico de nuestra población, ¿lo sabían?) quienes la hubiesen asesorado sobre las características fisonómicas de nuestros indígenas y se hubiese evitado ese desaguisado. Fueron pocos los cultores que reaccionaron contra Solamey cuando la alcaldesa frustró las pretensiones y necesidades zamoranas de recrearse en un parque zoobotánico en El Ingenio. No se oyeron voces estridentes como las de ahora ¡y miren que ese si fue un hecho trascendente para la comunidad! Tampoco hubo protesta cuando la Alcaldía dejó correr la destrucción de la casona de El Palmar, donde nació Elías Calixto Pompa, o las reliquias coloniales de El Ingenio. Más recientemente, cuando Thaís Oquendo quiso destruir al CEMAG, no fueron pocos quienes se hicieron los locos y voltearon la cara para otro lado, incluso Asopueblo, que tantos favores obtuvo del CEMAG. Esa organización, vale decir, pareciera haber sido creada para llegar al poder, disfrutarlo y usufructuarlo, porque desde entonces –para ellos- se acabaron los problemas en Guatire.

    Todo lo expuesto es lo que genera en mí la suspicacia de la cual hablé al principio.

Guido Acuña

    Como colofón a todo esto Arístides Martínez publico en su estado de WhatApp: “Es triste para la historia del municipio como están dividiendo con la política partidista el tema del cronista de Zamora. Tanta buena historia de Guatire y Araira tratando de echarle tierra…” ¡Arístides! Precisamente el gobernante que quiso enterrar la historia de Guatire y Araira cuando pretendió eliminar la trascendencia histórica que para los guatireños tiene su plaza 24 de julio. En aquella oportunidad el poeta Rafael Borges, José Manuel Milano y César Martínez encabezaron un movimiento que logró frenar la intentona; y lo hicieron de manera sosegada, metódica, planificada; sin agresiones ni estridencias.

    Por lo demás, existe un error conceptual en torno a la figura del Cronista Oficial, se sobrevalora su función. El Cronista Oficial no está llamado a escribir la historia del municipio, ni siquiera a dirigirla. José María Franquíz Jiménez, Ángel María Daló, Elías Centeno, Guido Acuña, Jesús María Sánchez, Luis Felipe Muñoz y Andrés Blanco Delgado, entre otros, publicaron sus investigaciones  sin ser cronistas oficiales. En Tere Tere está escrita buena parte de la historia zamorana, y sus redactores (René García Jaspe, José Manuel Milano, Marlon Zambrano, Nelly Pittol, Rachel Citty Pittol, Aníbal Palacios, Naci Fernández, Ángel Antonio Pestana y Juan Ramón Colina, entre otros) han publicado sus trabajos sin ser cronistas oficiales; y lo seguiremos haciendo. Así que no entiendo tanta alharaca.

    La cultura en Guatire se ha dirigido, ha crecido, desarrollado, evolucionado y fortalecido sin la participación de las autoridades, y continuará así. Sobre esa premisa si considero que debemos organizarnos y exigir más a las autoridades; no sobre hechos circunstancias. En los últimos veinte años la cultura la han llevado adelante instituciones como el CEA, Tere Tere, las Sociedades Religiosas, el CEMAG y las Parrandas de San Pedro, Santa Isabel de Guía y San Juan, sin la determinante presencia de las autoridades locales. El Instituto Municipal de Cultura ni siquiera maneja su propio presupuesto y su accionar no obedece a las necesidades del sector sino a la voluntad de los alcaldes de turno. En tal sentido, ¿somos capaces de establecer una política cultural a corto, mediano y largo plazo con objetivos específicos y generales sustentables y susceptibles de ejecutarse? Eso si vale la pena discutirse. No lograremos nada si no actuamos en ese sentido; como dijera Marlon Zambrano, es nuestro momento 

    ¿Alguien sabe cuánto dinero ha presupuestado la alcaldía en los últimos veinte años para la cultura y cuánto realmente ha gastado? ¿Han consultado al sector sobre la cantidad de recursos que se debe destinar a la cultura? Y algo mucho más significativo aún, ¿cuánto del presupuesto municipal se utilizó en el pago de una nómina al servicio del PSUV y no del municipio? ¿Cuánto dinero municipal se pagó en autobuses, viáticos y demás gastos inherentes a las marchas oficiales? Obtener esa información y supervisar la ejecución del presupuesto para la cultura y conocer su nómina, si es una bandera que vale la pena enarbolar; el otro camino sería persistir en el Síndrome de Sísifo.

                                     Nota: Quien suscribe también fue postulado al cargo, pero conoce perfectamente las reglas de juego.


domingo, 6 de marzo de 2022

 

¿Qué significa ser guatireño?

El término guatireño no es un simple gentilicio; es una condición humana arraigada dentro de nosotros que no se circunscribe a un origen geográfico. Es un sentimiento profundo, un amor incondicional por el terruño; una pasión. Es lo que nos distingue de los demás pueblos. La expresión “los guatireños nacemos donde nos da la gana” (parafraseada del dominicano Dellín Betances) no es arrogante porque presumir de un amor es valorarlo, realzarlo, gritarlo a los cuatro vientos. No importa dónde ni cuándo, se nace guatireño en cualquier lugar del mundo tan solo con valorar las grandes virtudes de esta humilde aldea mirandina, una vez conocido su legado histórico, sus personajes, costumbres, tradiciones, paisajes, leyendas y gastronomía. Años antes, Guido Acuña se lo había expresado a Rafael Borges: “Ah, es que así somos los guatireños”.