domingo, 30 de septiembre de 2018


Guatire, cuna del beisbol femenino venezolano
Aníbal Palacios B.

En 1962 un grupo de jóvenes guatireñas se mete de lleno en la historia deportiva de Venezuela. Un flamante, poderoso y, por supuesto, hermoso equipo de beisbol, salta al terreno del estadio Miguel Lorenzo García a practicar un deporte que para los habitantes de Guatire constituía no sólo el único y necesario entretenimiento dominical urbano, sino que además era un espectáculo del cual se consideraba muy conocedor, lo que lo convertía en un público muy exigente.

El comienzo                              
Carmen González, Cilio Vegas, Ciola Isturiz y Cruz Gómez
Beisbol, no kickingball ni softbol. Las muchachas guatireñas, fanáticas que cada domingo animaban desde la tribuna a los equipos Gavilanes, Zamora, Alacranes, Lanceros  y Guatire Star, decidieron que era un buen momento para recibir ellas los aplausos y silbidos; sí, silbidos, no pitas, de quienes antes ellas aclamaban. Cirilo Loro Vegas comenta la idea con Pragedes Silvera, a la sazón presidente del equipo Zamora, a quien le agrada el planteamiento y ofrece financiarlo; seguidamente se lo comunican a Baltazar Guillén, presidente de la Liga de Beisbol del Distrito Zamora, y reciben el visto bueno correspondiente; luego buscan a Cruz Puñalito Gómez como entrenador. La conformación del equipo era más fácil; el estadio siempre se veía abarrotado de bellas mujeres animando a sus clubes favoritos, sólo había que alzar la vista y comenzar a invitar a estas jóvenes, que no se hicieron rogar; además la mayoría de ellas eran atletas de otras disciplinas deportivas “más femeninas”, de acuerdo con los preceptos sociales de la época. La resistencia vendría de parte de algunos padres, pero sobre todo de los novios de las futuras jugadoras. Así, las chicas se dispusieron emular a las damas norteamericanas que en 1943 conformaron el All American Girls Professional Baseball.

Pioneras
El equipo llevaba por nombre 3 Estrellas y estaba conformado por Nelly Reverón, Carmen González, Carlina Porras Briñoles, Evelia García, Pilar Palacios, Emma Pinto, Elsa Castillo, Miguelina Correa, Mercedes Rondón, Graciela Istúriz, Rosita Rondón (Madrina) y Marbelys Cruz (Mascota). Cilio Loro Vegas, manager; Cruz Puñalito Gómez, entrenador y Pragedes Silvera, una especie de Delegado, completaban la divisa. Iniciaron sus prácticas luego de los días de carnaval (marzo) del año 1962; dos días en la semana, por las tardes, las muchachas llegaban al estadio Miguel Lorenzo García para aprender técnicas de bateo, fildeo, recorrido de bases, manejo de señas; en fin lo que entonces se conocía como “rudimentos” del beisbol. La tarea difícil fue encontrar contendientes porque no habían rivales femeninas contra quien jugar y los equipos juveniles de Guatire no aceptaban el reto que continuamente le lanzaban para calibrar a este club, ante el temor de perder el juego y quedar mal parados ante los fanáticos locales, lo cual, ciertamente, hubiese sido deshonroso. Las chicas seguían practicando mientras Baltazar Guillén continuaba indagando a través de la Asociación de Beisbol del estado Miranda, sobre la conformación de algún equipo y acicateaba a sus colegas dirigentes de la región a conformar clubes que enfrentaran a las damas guatireñas, hasta que meses después su búsqueda o su exhortación tuvo éxito.

Debut
El trabuco femenino
La imagen muestra de pie, izquierda a derecha, a: Cruz Puñalito Gómez, Pilar Palacios, Emma, La Negra, Pinto, Josefina Castillo, Rosa Rondón, Miguelina Correa, Mercedes Rondón, Graciela Ciola Istúriz, Cilio Loro Vegas, Pragedes Silvera y Baltazar Guillén. Agachadas: Nelly Reverón, Carmen González, Marbelys Cruz, Carlina Porras Briñoles y Evelia García.

La constelación de hermosas chicas saltó al terreno del estadio Miguel Lorenzo García para su primer encuentro el 17 de junio de 1962. El uniforme era una franela blanca con tres estrellas dibujadas, mono negro y zapatos deportivos. Su rival, un club compuesto por hermosas jóvenes cuya sola presencia imponía respeto, formado en el sector La Balsa, cercano a Mamporal. La capacidad del estadio fue insuficiente para albergar la gran cantidad de espectadores que acudieron a la cita para ver el primer partido de beisbol femenino del cual se tuviera noticia en el país, debidamente documentado, con el aliciente de una vieja rivalidad entre Guatire y Barlovento, ya considerada un clásico peloteril mirandino. No está demás aclarar que pocos fueron los fanáticos que asistieron al estadio motivados por este último factor. Las chicas no decepcionaron al público, no sólo por el triunfo, sino porque estas jóvenes se dieron por entero en el terreno de juego.

     - “Yo era receptora, y jugaba mi posición como tal”.  - Nos comenta Nelly Reveron. –
     - “Abría bien las piernas para ampliar la zona de strike, y me colocaba en la clásica posición de un buen receptor”.

Al mejor estilo de Santiago Rondón, extraordinario e histórico receptor guatireño. Todos los asistentes al estadio (alrededor de mil personas) excepto uno, admiraron la calidad, solvencia y eficiencia del trabajo de Nelly. Ese único fanático disconforme, paradójicamente su más ferviente admirador, estuvo disgustado durante todo el encuentro: se trataba del novio de la bella jugadora (Ramón X.), que consideraba poco elegante la manera de jugar de Nelly. No obstante, es pertinente destacar que el criterio general de la calificada concurrencia fue que la hermosa jugadora no perdió glamour.

Alineación
El equipo jugó de la siguiente manera:
   ·         Carmen González (2B)
   ·         Nelly Reverón (C)
   ·         Graciela Ciola Istúriz (1B)
   ·         Carlina Porras Briñoles (3B)
   ·         Miguelina Correa (SS)
   ·         Pilar Palacios (LF)
   ·         Mercedes Rondón (RF)
   ·         Evelia García (CF)
   ·         Emma La Negra Pinto (P).

      - “Éramos deportistas” – nos acota Emma Pinto –“Yo representé a Zamora en muchos campeonatos estadales de voleibol”.

En efecto, se trataba de un compacto grupo de mujeres activas en los menesteres deportivos, pero que nunca habían agarrado un guante y un bate de béisbol, con la sola excepción de Nelly Reverón, quien desde niña vivía metida en el estadio jugando con los varones, por la sencilla razón de vivir a unos cincuenta metros del terreno y ser una atleta consumada.

Detalles fuera del terreno
Como elemento pintoresco, nos cuenta Emma Pinto que casi todas tenían por apodo el nombre del novio que por lo demás era un destacado pelotero de los equipos “AA”.
      -       A mí me decían Reyita”-

Por Reyes Navas (Reyito), lanzador del Gavilanes con una recta de 90 millas. No faltó algún exagerado admirador de la hermosa chica quien dijera que la recta de Emma nada tenía que envidiar a la de Reyito, y hasta la compararon con la de Juan de Mata García, otra vieja gloria de nuestro beisbol.
      -       El apodo de Carmen González era “Ricardita”-

Su novio, Ricardo Reverón, fuerte bateador de Gavilanes, al parecer no le transmitió sus secretos a Carmen por lo que ella se convirtió en hábil tocadora de la pelota, recurso que explotó con éxito.
      -       A Nelly la llamaban “Ramoncita” (de su celoso novio ya nos referimos).

El desquite 
El equipo visitante invitó a sus rivales a una revancha en Rio Chico, y hasta allá fueron nuestras hermosas representantes. El resultado también fue favorable al 3 Estrellas. No era cuestión del terreno de juego, había superioridad técnica; “es que estas damas guatireñas se tomaron el asunto muy en serio”, señala Cirilo Vegas, el manager

Hoja de vida
Todo equipo de beisbol que se precie de aguerrido tiene en su currículum una que otra tángana y 3 Estrellas no sería la excepción. Por el equipo guatireño la estirpe señala que la protagonista de la pelea no podía ser otra sino Graciela Ciola Istúriz, hija de Vicente Machadito Istúriz, temperamental, fogoso y excelente jardinero central del Gavilanes de los años cuarenta.
      -       A pesar de que le estábamos dando una paliza – o tal vez por eso-, en la novena entrada la lanzadora me dio un pelotazo, ¡y mire que tiraba duro! Me le fui encima y se armó la trifulca”.

Bagajes del oficio, dirían algunos. Se vaciaron los dogouts y el asunto no pasó de allí; sin rencores, como suele suceder en estas riñas que definitivamente forman parte del espectáculo.
 
Paradojas
Ser un equipo ganador incidió en la corta vida del club; las chicas continuaron practicando un par de meses más, pero para la época no era fácil encontrar rivales en esta categoría, y al tratarse de un trabuco nadie se animaba a enfrentarlas; ya decíamos que hasta los fuertes equipos juveniles de Guatire y Guarenas se negaron a jugar contra estas valerosas mujeres; la vergüenza ante una posible derrota les hubiera obligado a emigrar a lejanas tierras. Pero ese día, 17 de junio de 1962, estas bellas damas escribieron, sin saberlo, unas cuantas páginas en la historia del beisbol aficionado venezolano. Sólo nos queda decir que muchos novios y pretendientes suspiraron con alivio cuando el equipo dejó de jugar.