Paradigma Zamorano
Aníbal Palacios B.
Cualquier comunidad requiere de figuras ejemplares que marquen pautas de conducta social, de convivencia, solidaridad, humildad y por sobre todo de dignidad. Ángel María Daló representa en tal sentido una de los más prominentes ciudadanos nacido en estas tierras, y de ello da fe su comportamiento lineal como padre de familia, funcionario público, profesional, y ciudadano que puso todo su intelecto a disposición del municipio que le vio nacer y crecer, sin pedir retribución alguna que no fuera más allá de la simple gratitud que todos los zamoranos le debemos.
Hace 108 años, un 19 de abril de 1903, Araira servía de cuna para que Ángel María Daló diera una alegría inmediata a Olivo Daló y Rosa Dalponte, sus padres, y futura a todos los habitantes de esa población en particular y de todo el municipio Zamora, en general. Nació en una fecha significativa de nuestra república, y de allí pudo llegarle el gusto no sólo por conocer la historia en sí, sino fundamentalmente de difundirla, concentrando sus esfuerzos en el rescate del acontecer histórico y de la cotidianidad de Guatire y Araira.
De sus padres, inmigrantes italianos, heredó la dedicación al trabajo y la sencillez espiritual; porque más allá de los distintos méritos y grandes virtudes, en Ángel María Daló resaltaba su humildad, una característica que le granjeó el aprecio, la confianza, el respeto y la admiración de todos los vecinos de esta región mirandina. Se casó con Dominga Sandón, de cuya unión nacieron Rosa, Elena, Raquel y Judith, pero no fueron pocos los araireños y guatireños que se cobijaron bajo su recia y cordial figura para recibir consejos y orientaciones de diversa índole.
Fue un padre cariñoso -nos comenta Elena, su hija-, preguntaba, dialogaba y daba consejos; no ofrecía castigos pero tampoco premiaba actos como el de obtener buenas notas, porque el estudio era un deber de todo joven. Su sola presencia infundía respeto, y nosotros agregaríamos que no sólo a sus hijas, sino a todos quienes le conocieron.
Fue un hombre asiduo al trabajo, tenaz, constante, sudó con la faena dura de los tablones de caña y luego ejerció tareas administrativas en las mismas haciendas. A comienzos del siglo XX, ser autodidacta era una característica propia de cualquier persona a quien no le satisfacía limitarse a la enseñanza básica de leer, escribir y conocer las operaciones aritméticas. Ángel María Daló rápidamente entendió la necesidad de adquirir conocimientos para acceder a una profesión y estudió contabilidad, lo cual le permitió laborar en el campo público y privado con la misma dedicación, rigurosidad y honestidad con la que asumía todos sus compromisos; pero el asunto no era solamente labrarse una profesión, quería serle útil a estas poblaciones donde residía; la lectura, la investigación documental y la tertulia con los lugareños, le fueron proporcionando una sólida información que recopilaba metódicamente, para luego reflejar a las futuras generaciones la rutina de los habitantes de este municipio desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, porque la real historia de los pueblos no se observa en los hechos épicos, sino en la cotidianidad de su manera de vivir.
Entre sus amigos podemos mencionar a Elías Centeno, Pablo Antero Muñoz, Guido Acuña, César Gil, Cruz Hernández, Humberto Pittol, Gilberto Useche, Rafael Borges y Jesús María Sánchez, para destacar algunos porque, y esto lo relatan quienes le conocieron, Ángel María Daló era amigo de toda la comunidad, de la cual en cierta manera llegó a ser su confesor.
Como Administrador de Rentas Municipales se relacionó con todos los habitantes de Guatire y Araira, quienes acudían a él no sólo en busca de una solución a inconvenientes con el pago de impuestos, sino a solicitarle orientación para dificultades de cualquier tipo. Su pulcra gestión administrativa hoy la añoramos quienes habitamos en este municipio. Ángel María Daló supo conjugar sus obligaciones de funcionario público con su humanitario carácter, y en más de una oportunidad hubo de sufragar de su propio peculio servicios públicos -como el agua, por ejemplo-, porque una humilde señora le solicitaba que no le cortasen el servicio.
¿De dónde nace su interés por la historia local?
Ángel María Daló era buen conversador, pero fundamentalmente sabía escuchar; y tal virtud le permitió conocer cuentos e historias, muchas veces de sus propios protagonistas. Le gustaba hilvanar la información que obtenía a través de tantas personas, y contrastaba lo que le decían sus interlocutores con la versión que recogida en otras fuentes; así fue consolidando realidades que no figuraban en los registros oficiales y eclesiásticos. El éxito de sus crónicas radica en el hecho de haber sido un investigador acucioso, metódico y minucioso; no dejaba nada al azar, su credibilidad infundía confianza en todos quienes le conocían.
En una época en la cual no abundaban las opciones de entretenimientos, Ángel María Daló se apasionó por conocer la historia local, y se convirtió en una especie de enciclopedia viviente, fuente de investigación para todo aquel que necesitara enterarse no sólo de los acontecimientos ocurridos en el municipio Zamora de antaño, sino además su cultura, costumbres, actividades políticas, sociales y económicas; su casa pasó a ser algo así como una biblioteca pública abierta a propios y extraños, un aula de enseñanza de la historia regional, porque en él no hubo, jamás, signo alguno de mezquindad, y todo cuanto investigó lo compartió, aún sin haberlo publicado.
Optó por la crónica como recurso literario para dar a conocer cuanto supo, recopiló, oyó, investigó y observó; de esa manera llegó a conformar la base de datos más importante y significativa de Guatire y Araira, la cual dejó como legado a las generaciones futuras. Sus escritos, regados cual semillas en distintos medios escritos, han crecido, florecido y dado sus frutos. Fue Cronista de hecho y por derecho propio, el que le confería su amor por el terruño que le vio nacer y crecer. Oficialmente fue designado como tal, es decir, Cronista Oficial de la Ciudad, el 20 de abril de 1982, cuando se le declara Hijo Ilustre de este municipio, título éste que rinde justicia a quien sin lugar a dudas tuvo una vida meritoria dedicada a sentar las bases de la regionalidad.
Murió un 31 de octubre de 1990, a los 87 años de edad; y su herencia no la dejó a su familia sino a su comunidad, porque .Ángel María Daló no se dedicó a acumular riquezas sino conocimientos, y gracias a su dedicación, hoy conocemos más y mejor a estas dos comunidades, Guatire y Araira.
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