viernes, 24 de junio de 2022


La Independencia fue una guerra civil. 

Discurso de Orden pronunciado por Aníbal Palacios B.,
con motivo del 201° aniversario de la Batalla de Carabobo, en la Plaza 24 de julio 

 El acontecimiento venezolano más relatado por historiadores, cronistas, ensayistas, improvisados y cuenteros de oficio, es a su vez, dada su trascendencia, el menos transparente de cuantos ocurrieron durante la guerra de independencia, en términos historiográficos.

De entrada, el título Batalla de Carabobo genera confusión, y en historia las indefiniciones siempre ocasionan polémicas y las dudas, a su vez, restan credibilidad a los hechos. Si a un distraído estudiante de bachillerato le preguntan cuándo ocurrió la Batalla de Carabobo y responde que el 28 de mayo de 1814 seguramente todos, docente incluido, le dirían que está equivocado. Y resulta que, efectivamente, en esa fecha hubo una Batalla de Carabobo, muy importante, por lo demás. Entonces, ¿a cuál batalla nos referimos?

Por antonomasia, se llama Batalla de Carabobo a un evento acaecido el 24 de junio de 1821, en Valencia, pero ocurre que la retórica lingüista es contraproducente en la narración de eventos reales porque, entre otras razones, atenta contra un concepto básico en la investigación y posterior relato, denominado “rigor histórico”.

Lo primero que se observa al leer las crónicas sobre la Batalla de Carabobo de 1821 es su descripción en términos militares. Desde la escuela primaria nos enseñan que intervinieron compañías, tropas, batallones, divisiones, regimientos, escuadrones, pelotones, etc., indistintamente. Nadie se toma la molestia de explicarnos qué es y cómo está compuesto un batallón, un escuadrón o un pelotón. De las divisiones ni hablar, que ya bastante molestia nos generaba tratar de entender a la maestra cuando se esforzaba en explicarla, luego del sufrimiento que nos causó comprender la multiplicación.

Todo esto trae como consecuencia que más de doscientos años después se desconozca con propiedad cuántos soldados intervinieron en la contienda. Cada bando, patriotas y realistas, ofreció cifras dentro de un contexto estratégico válido para impresionar al enemigo pero carente de utilidad para fines de objetividad histórica. Desde 10 mil para unos y 4 mil para otros, siempre con ventaja numérica para los patriotas, hasta cifras más parejas y menos cuantiosas. Cada quien expone sus números sin más explicaciones ni consideraciones de interés, como por ejemplo lo concerniente a la dotación, alimentación y movilización de las tropas, ni su preparación para la confrontación.

Y para corroborar aquello de que muchas, manos en el guiso ponen el caldo morado, vale acotar que hasta el mismísimo Carlos Marx, aquel que –por unos dólares más- una vez calificó a Bolívar de “canalla, cobarde, brutal y miserable”, y lo comparó con un “analfabeto,  sanguinario y corrupto” emperador haitiano de mediados del siglo XIX, para consternación de los marxistas criollos, pues bien el revolucionario de marras no quiso quedarse al margen de lo acaecido por estos lares y ofreció sus cifras: 4 mil realistas contra 9 mil patriotas. Conclusión: Es impreciso y por ende falso el número de combatientes que, según nos enseñan, intervinieron en la batalla de Carabobo de 1821.

En la Batalla de Carabobo de 1821, sobre la cual –por cierto- René García Jaspe documentó la participación del guatireño José Fruto Oses; el ejército patriota logró una importante y significativa victoria que inclinó favorablemente la balanza para que dos años más tarde, con la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, se lograse el triunfo definitivo sobre las tropas realistas. Podemos convenir que con el triunfo logrado el 24 de junio de 1821 en Carabobo, el Departamento de Venezuela, que eso éramos en aquel entonces, aseguraba su independencia del reino español, pero la guerra no terminó allí, como se nos hace entender. Hubo que esperar dos años para lograr el objetivo de manera categórica e incuestionable, porque los reductos realistas en Cumaná, Puerto Cabello, Coro y Maracaibo generaban esperanzas en el ejército realista y si no inquietud, por lo menos preocupación entre los patriotas. Los combates, enfrentamientos y escaramuzas continuaron hasta el 24 de julio de 1823 cuando en la citada Batalla Naval, las tropas que luchaban a favor de los españoles rindieron su definitivo y último esfuerzo.

¿Por qué nos enseñan que la independencia se logra con la Batalla de Carabobo de 1821 y no con la de Maracaibo de 1823? La batalla de 1821 fue el inicio de la liberación del Departamento de Venezuela o de la Capitanía General de Venezuela, que ambos nombres tenía según quien la aludiera.  Si a ver vamos, el Mariscal Francisco Tomás Morales, con la potestad que le confería el cargo de Capitán General de Venezuela, firmó el 3 de agosto de 1823 la capitulación que oficialmente puso fin a las hostilidades y de paso lo convirtió en la última autoridad del gobierno español en Venezuela, con las repercusiones políticas que el hecho implicó, dentro y fuera de nuestro territorio.

La omisión más llamativa

Pero hay algo muchísimo más significativo y trascendente que tampoco nos enseñan: Nuestra guerra de independencia fue un conflicto entre patriotas y realistas, sí; pero no de venezolanos contra españoles. La lucha por la independencia de Venezuela fue una guerra civil. Solo los oficiales tenían distintas nacionalidades.  

Simón Bolívar, con la perspicacia analítica que siempre le caracterizó, se percató de ello apenas comenzada su lucha. Dado que su formación militar la forjó en Colombia comandando tropas granadinas contra el ejército español, se vio sorprendido cuando al comenzar la Campaña Admirable, el 14 de mayo de 1813, observó que esta vez el ejército enemigo no lo conformaban españoles sino venezolanos; de allí que apenas un mes más tarde, el 15 de junio de 1813 promulgara su famoso y absurdamente cuestionado Decreto de Guerra a muerte. Al Decreto lo juzgan por su título y no por su contenido, y resulta irrazonable: por definición toda guerra es a muerte, no tiene por qué explicarse. Pero lo verdaderamente sustancial y transcendental fue que Bolívar estableció en términos claros, inequívocos y terminantes que sus compatriotas no eran sus enemigos… “… Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables“. Nuestro futuro libertador mostraba tempranamente la lucidez de estadista que le distinguió entre sus compañeros de lucha.

Inexplicablemente esta tesis no ha sido analizada en profundidad en la historiografía venezolana. Solamente la ha considerado el sociólogo e historiador Laureano Vallenilla Lanz. Sus planteamientos han tenido poca resonancia tal vez porque fueron publicados en un polémico libro titulado "Cesarismo democrático. Estudios sobre las Bases Sociológicas de la Constitución Efectiva de Venezuela", publicado en 1919. Cien años después su tesis política ha sido objeto de innumerables análisis y cuestionamientos, como poca atención sus consideraciones históricas.

Decir que la guerra de la Independencia fue una guerra civil, no amengua en nada la gloria de nuestros Libertadores”, señala Vellenilla Lanz. En efecto, la guerra de independencia venezolana fue la más larga y cruenta de hispanoamérica, y buena razón de esa particularidad lo fundamenta su carácter de guerra civil. Los estudiantes comandados por José Félix Ribas derrotaron en La Victoria a un ejército realista compuesto por venezolanos; los ejércitos de José Tomás Boves, Domingo Monteverde y Francisco Tomás Morales estaban conformados por criollos de distintos estamentos sociales. En 1812 bandas realistas provenientes de Curiepe asaltaron Guatire y perpetraron una atroz matanza, denunciada por Bolívar en su Carta a las naciones del mundo”... y no eran españoles. Venezolanos también fueron quienes persiguieron a los patriotas en la Emigración a Oriente.

La guerra de independencia la promovió la aristocracia caraqueña, los pardos y la clase media en general no se avinieron a ella; mucho menos los negros indios y mestizos quienes en su mayoría formaron parte del ejército realista. Pero no solo fueron las clases sociales menos favorecidas quienes dieron la espalda a la causa libertadora; fueron muchos los hombres notables que lucharon o realizaron funciones públicas a favor de la corona española. Esos mismos hombre, una vez concluida la guerra se incorporaron a la vida política republicana con el nombre de godos.

Finalizada la guerra en 1823 esos realistas militares y civiles criollos ahora eran ciudadanos republicanos y desde esta nueva posición continuaron combatiendo el sueño bolivariano de la Gran Colombia y socavaron las bases de su sustentabilidad en Venezuela, permaneciendo abiertamente contrarios a los ideales del Libertador, ahora en el plano político. Lo que no pudieron lograr en diez años de guerra lo obtuvieron en cuatro años de pacífica y soterrada lucha política. En decir, esa guerra civil entre venezolanos continuó hasta el Congreso de Valencia de 1830…

Al final la guerra la ganaron los realistas, llamados godos o conservadores, pero ya éramos una república.

                                                                                                Guatire, 24 de junio de 2022

 


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