Semblanza de Jesús María Sánchez
Aníbal
Palacios B.
Jesús María Sánchez nació en Vega Redonda, Araira, el 14 de
septiembre de 1938. Guiado por su madre, Clemencia Sánchez, conoció personajes,
historias, cuentos, costumbres y tradiciones de Guatire y Araira, que le llevaron
posteriormente a investigar y documentar buena parte de la historia aldeana a
través de diversos artículos de prensa, programas radiales y libros, que lo
convirtieron en un ilustre guardián del gentilicio aldeano y sus tradiciones
autóctonas, defensor de la identidad cultural y reconstructor de nuestra
historia.
Formado en dos connotadas instituciones educativas del Guatire de
mediados del siglo XX, el Grupo Escolar Elías
Calixto Pompa y el Liceo Dr. Ramón
Alfonso Blanco, desde muy joven se unió al movimiento cultural guatireño y
junto con Guido Acuña y César Gil fundó la Casa de la Cultura del Estado
Miranda, luego renombrada Casa de la Cultura Antonio Machado. Por entonces comenzó su prolífica e incansable labor
de cronista aldeano y a falta de medios donde publicarlos fundó los propios
como El Tambor y Pamiragua, hasta que surgieron semanarios como La Voz y Rutas Mirandinas
que acogieron con entusiasmo sus escritos sobre la cotidianidad histórica de
Guatire, Guarenas y Araira. También para esa época de principios de los años
sesenta incursiona en la Radio con un programa de corte cultural que por arte de
su manifiesta credibilidad, sus entretenidos guiones y su mágica voz se
convirtió en todo un éxito a través de Radio Industrial; lo llamó Festival, una verdadera fiesta dominical
de conocimientos. Años más tarde repetiría la experiencia y el éxito a través
de Caliente Stereo con el programa Por
los caminos abiertos.
A Jesús María Sánchez se le reconoce como el historiador que rescató para la comunidad guatireña el Decreto que honró a nuestro pueblo con el merecido título de Villa Heroica, por atreverse a dar el primer grito de Federación más allá de las fronteras de Coro. Por el contrario no se le acredita mérito alguno por ser el cronista que rescató para la historia cultural del país la densa obra de Elías Calixto Pompa, excelso poeta nacido en la hacienda El Palmar en 1837, relegado al olvido hasta que con el tesón, paciencia y determinación atribuibles sólo a un paisano interesado en resaltar los valores de su patria chica, pudo Jesús María, luego de un arduo trabajo de investigación en la Hemeroteca Nacional, encontrar en viejos periódicos publicados entre 1862 y 1887, los poemas de K-Listo, como era conocido el poeta. Así, publicaciones como El Federalista, El Porvenir, Diario de Avisos, El Siglo, Registro Literario, El Fonógrafo, y El Independiente, impregnaron sus manos de polvo, su olfato de olor acre, y su mente de maravillosos sonetos que legó posteriormente a la comunidad zamorana en particular y al país entero en general.
Por lo demás, en su rutina diaria de funcionario de la Biblioteca Nacional
su atención era requerida por jóvenes estudiantes universitarios que no solo necesitaban
consultar libros, sino orientar investigaciones. Adicionalmente, grandes
figuras de las letras venezolanas tenían en Jesús María una especie de bibliotecario
particular; así, Mariano Picón Salas, Ángel Rosenblat, Miguel Otero Silva,
Jesús Sanoja Hernández, Arturo Uslar Pietri, Guillermo Meneses, Gloria Stolk,
Antonio Arraiz, Rafael Pizani, entre tantos, se convirtieron en usuarios de
lujo y hasta le solicitaban con anticipación
material bibliográfico, que Jesús María curioseaba con interés.
Publicó a través de la Casa de la Cultura del Estado Miranda las
siguientes obras: Apuntes sobre Guatire,
1965; Versos de K-Listo, 1966; Poemas y otros trabajos de Elías Calixto
Pompa, 1966 y Documentos sobre la
Colonia Bolívar, 1968. De memoria prodigiosa, luego de jubilado de sus
tareas docentes, Jesús María se convirtió en una especie de profesor ambulante
que en las festividad de la Santa Cruz, de la Parranda de San Pedro o de Villa
Heroica; es detenido en la calle para dictar clases magistrales sobre Guatire y
Araira, sus tradiciones y sus personajes. El trata de camuflarse vestido como
un sanpedreño cualquiera, con betún, levita y pumpá, de sanjuanero común y
corriente con franela, pañuelo al cuello y sombrero de cogollo, o como
ciudadano de a pié cada 20 de septiembre con fresca guayabera pero ¡qué va!, no
puede esconderse de quienes se convierten en alumnos fuera del aula por varios
y dilatados minutos.
Jesús María Sánchez ocupa, sin lugar a dudas, un distinguido lugar
en el Olimpo de los grandes ciudadanos nacidos en estos lares. De él se puede y
se debe escribir un extenso libro biográfico.