domingo, 27 de octubre de 2019


  100 años de la visita de Anna Pávlova a Guatire
Aníbal Palacios B.

Anna Pávlova, la mejor bailarina de todos los tiempos, bailó primero en Guatire que en Caracas y los habitantes de esta plácida población conocieron antes que cualquier venezolano las virtudes artísticas de esta danzarina rusa que se presentó en la hacienda La Carbonera un jueves 15 de noviembre de 1917, y dos días más tarde en el Teatro Municipal de Caracas.

Anna Pávlova llegó a Caracas el 10 de noviembre de 1917 proveniente de Buenos Aires, para cumplir actuaciones en el Teatro Municipal de Caracas, contratada por la Sociedad de Cines y Espectáculos. El general Eduardo Mancera era un hombre ligado al mundo del entretenimiento; de hecho fue el empresario promotor y constructor del Nuevo Circo de Caracas, de allí que frecuentara el medio artístico y estuviera relacionado con los dueños de la citada Sociedad de Cines y Espectáculos, lo cual facilitó su acercamiento a la excelsa bailarina y le permitió formar parte de la comitiva que la recibió en La Guaira y la acompañó hasta el Gran Hotel ubicado de Bolsa a Mercaderes, donde hoy está la estación Capitolio del  Metro de Caracas, a escasas dos cuadras del Teatro Municipal.

General Eduardo Manera
Esa circunstancia, a juzgar por una crónica publicada en el diario El Universal del 16 de noviembre de 1917, le concedió la oportunidad de invitarla a su hacienda en Guatire y disfrutar las bondades del rio Pacairigua y los cañamelares guatireños. Para el cronista de El Universal fue cuestión de suerte: Mancera estaba en el lugar adecuado en el momento oportuno; lo cierto es que la visita se pautó para cinco días más tarde, dado el apremio de las fechas de actuación comprometidas. El General se dirigió de inmediato a Guatire para organizar a la carrera un majestuoso recibimiento y un imponente sarao, porque el ambiente bucólico, sereno y encantador estaba allí, la naturaleza se había encargado de ello. Así, La Carbonera  se preparó para recibir  a la sublime Anna Pávlova, la mejor bailarina del mundo, de todos los tiempos.
Por aquel entonces se tardaba unas dos horas y media en trasladarse de Caracas a Guatire. La vieja carretera salía de Mariches, recorría todo el alto de la colina y bajaba al valle por Mampote. En Guatire, el general Mancera había dado instrucciones para que la población entera se vistiera de gala y así dar la bienvenida a la invitada rusa. Para la época la zona urbana guatireña tenía menos de dos mil almas, y se extendía desde Curazao (predios del estadio Miguel Lorenzo García) hasta Macaira y desde la calle Manzanares (luego 9 de diciembre) hasta la calle Sucre. Había otras viviendas dispersas hacia lo que hoy conocemos como Barrio Arriba y Plaza. Trina Muñoz nos comentó que ese día fue el más hermoso que recordara haber visto en Guatire, ¡y mire que Trina fue una mujer longeva! La recepción comenzó en plena entrada al pueblo, en la calle Bermúdez.

La Carbonera

El moderno Ford T-1917 descapotable transitaba lentamente en medio de aplausos. En las 4 esquinas cruzó hacia la calle Miranda y al detenerse, una lluvia de frescos pétalos de rosas de colorido diverso engalanó el carruaje y la reina se paró para corresponder el jubiloso recibimiento con una cautivadora sonrisa y un tímido saludo con su mano. Al llegar al Calvario el automóvil dejó las empedradas vías para dirigirse a la calle Concepción, llamada así porque la patrona de la hacienda La Carbonera era la Inmaculada Virgen. Las flores, los aplausos y los vítores no se detenían; había gente de lado y lado y ya en Curazao, la comitiva de vehículos con la diva y sus acompañantes se dispuso a subir lentamente hacia los Altos de Vallenilla, cuya cima marcaba un nuevo cambio de rumbo para encaminarse derecho hacia La Carbonera.  

Los concurrentes
En Primera página
La lista de invitados era pequeña y selecta: Madame Anna Pávlova, por supuesto, Madmoiselle Stella Plaskowieska y Noemí Benedetti eras las bellas damas que engalanaron al pueblo. Sus acompañantes, el anfitrión Eduardo Mancera, el doctor Ernesto Capriles, Vicente Arévalo, el poeta y Director del diario El Universal Andrés Mata, Miguel Herrera Mendoza, Eduardo Eraso, Ramón Veloz, el doctor Adriano Riera, Eduardo Brasch, J. M. Machado, el doctor Alejandro Chataing, Carlos Mancera, Manuel Madriz, Juan Rohl, Pedro J. Mancera y el doctor I. García Chirinos. Por otra parte, la lista oficial de invitados locales era más escueta; apenas Jesús María García Teyechea, dueño de la hacienda El Ingenio, la más importante de la época en esta población, y el general Antonio Gómez, Jefe Civil. Más los coleados de siempre, claro está,  que no se pierden una velada por ninguna razón y que en nuestra cultura constituyen una presencia casi obligatoria.
La visita fue diurna, la princesa no durmió bajo el cobijo de la luna guatireña a la que años más tarde cantaría sublimemente el poeta Henry Gil, pero aprovechó para deleitarse con el paisaje guatireño, sus frutas, su conserva de cidra y su música. Monto a caballo,  y en compañía de Stella Plaskowieska conoció al rio Pacairigua, aunque no se baño en sus aguas. El maestro Régulo Rico, en su carácter de Director de la Unión Filarmónica, se encargó de amenizar musicalmente la velada y recibió a la invitada con el Himno Nacional de la vieja Rusia, la deleitó con interpretaciones clásicas, los infaltables y bailables foxtrots y, además, la sorprendió con un set de joropos mirandinos  que la bailarina no pudo pasar por alto y saltó a la pista de baile y he aquí que uno de los coleados, Simón Bendaham, se lanzó al ruedo y acompañó a la danzarina quien muy pronto le tomó el paso a tan complicado y elegante ritmo. Simón, por cierto, era hijo de uno de los comerciantes más prestigiosos de la localidad y hermano de Zhara Bendaham, quien años después se convertiría, para orgullo de los guatireños, en la primera mujer en obtener el título de médico en Venezuela.

Guatire, la Atenas de Barlovento
Cabalgata al rio Pacairigua
De la Orquesta Filarmónica formaban parte Manuel Velásquez, Julián Berroterán, Hipólito Rengifo, Ramón González, Sinforoso Muñoz, Elías Centeno, Delfín García Barba, Francisco Palacios, Alejandro González, Jesús Álvarez Pérez, Jacinto Churión, Manuel Vicente Yánez, Isidoro Gámez y Rafael Vicente Borges (padre del más grande poeta guatireño del siglo XX, Rafael Borges). Ignoramos si todos estuvieron presentes, pero dudamos que alguno se haya enfermado precisamente ese día. Vecinos de Guatire también eran para esa fecha personajes como el Dr. Ramón Alfonso Blanco, Antero Muñoz, el general Encarnación Arenas (dueño de la hacienda Santa Cruz y futuro Jefe Civil luego del alzamiento del 5 de mayo de 1929, en el que murió el titular del cargo); Natividad Rojas, José Eustoquio Centeno, Luis Betancourt (padre de Rómulo Betancourt); Manuel Hernández Suárez (dueño de la hacienda La Margarita, donde se refinaba el azúcar de mejor calidad que se consumía en  Venezuela); el párroco Manuel Monteagudo y el historiador Ángel Grisanti,  a quienes no me imagino coleándose en ninguna fiesta pero que seguramente también asistieron porque se trataba de un acto único e irrepetible. Por lo demás, era una recepción abierta por cuanto el General Manera había invitado a todos los guatireños a recibir a la bailarina nacida en San Petersburgo y era de esperar que luego, nobleza obliga, no les negaría la entrada a la hacienda; claro está sin participar en la mesa de gala, reservada para los invitados especiales. Estos ilustres guatireños eran muy respetados por el general Mancera, pero en la mesa no había espacio para tantos y limitó la invitación a García Teyechea y el Jefe Civil Antonio Gómez. De hecho, el cronista Jesús María Sánchez confirma la presencia de Ángel Grisanti y dado que era un recién llegado funcionario público, probablemente asistió en compañía de las amistades que había logrado establecer hasta el momento. Por cierto, Ángel Grisanti, calificado y laureado historiador, en una de sus crónicas afirmó que Guatire “… por su activismo comercial y su cultura, era a la vez el New York y la Atenas de Barlovento”, atinada descripción.
El anfitrión
En la recepción debió de estar Víctor Regalado y seguramente aprovechó para aprender la danza que años después enseño a varias generaciones de guatireños. Ángel María Daló y Miguel Lorenzo García eran adolescentes que bien pudieron asomarse por el lugar, mientras que Antonio Machado tenía la edad y la audacia para colearse. El doctor Manuel Felipe Tirado era el médico del pueblo y atender agotamientos e intoxicaciones era una buena excusa para presentarse. Rómulo Betancourt era un niño travieso incapaz de pasar por alto tan grande acontecimiento; César Gil, un crío y Guido Acuña no había nacido y quizás cuando se enteró de esta visita lamentó no haberlo hecho unos quince años antes. A su vez, el maestro Vicente Emilio Sojo vivía en Caracas dedicado a sus estudios musicales y, dada su disciplinada personalidad, difícilmente iba a abstraerse de sus deberes para, en un día hábil, dedicarse al ocio.

La reseña periodística
            El diario El Universal cubrió ampliamente la visita de Anna Pávlova a Guatire, dedicándole espacios de portada y páginas interiores, ilustradas con destacadas fotografías. El día 16 de noviembre, por ejemplo, tituló en primera plana:
Los ilustres visitantes
 “UNA FIESTA CAMPESTRE – Almuerzo en “La Carbonera”; para seguidamente señalar: “Se ha dicho que los grandes artistas viven una vida ficticia, y es esta una verdad indiscutible. De un hotel a un tren, de un tren á un trasatlántico, de un teatro á otro, su vida queda fuera, á coté de la vida normal. Por eso Anna Pavlowa, admirando hace días el valle (de Caracas) que se divisa, verde y magnífico desde el  acueducto, murmuró con deseo en el cual había la nota de desaliento de quien sabe que suspira por lo irrealizable: ¡Qué magnificencia de campo! ¡quién pudiera vivir, aunque fuera un día, fuera de la ciudad! Y el general Mancera, que es además de un perfecto gentleman, un rico gentleman farmer, preparó para la maravillosa artista, la maravillosa sorpresa. Ayer, a las siete, rompió la tranquilidad del tardío despertar caraqueño, en estas mañanas un poco frías, un poco neblinosas, en las que es dulce dormir, el estrépito de algunos cuarenta caballos en plena eficiencia de su poderoso motor. Y la moderna caravana que raptaba (como en un ballet) a la bella alígera bailarina, por todo un día, tomó el camino de Guatire. Un día de campo había deseado Anna Pavlowa y el general Mancera, quien tiene la llave de la fortuna, como Aladino, se lo brindaba”… “Sobre la mantelería de Flandes, brillaban el baccarat, la plata maciza y la gruesa, dorada porcelana inglesa. Y el menú y los antiquísimos vinos, y el champagne helado eran dignos de la reina de la fiesta… Hubo brindis entusiastas, se improvisaron versos y, por fin, como clou de la tarde, Anna Pavlowa bailó… en Guatire, en “La Carbonera” que bien se merecía ese homenaje. Y se fue el sol, y la comitiva alegre, después de tan alegre día, regresó por la carretera blanca, entre los verdes ya sombríos de caña y del café, y no faltó un bello crepúsculo para que Anna Pavlowa pudiera admirar todas las maravillosas fases de nuestro campo”.

De San Petersburgo a Guatire
Vieja iglesia
Anna Pávlova se paseó por los más grandes escenarios de las capitales del mundo, desde el Teatro Mariinski en San Petersburgo, donde nació  un 12 de febrero de 1881, el Palace Theatre, el Royal Albert Hall y el Covent Garden de Londres, o el Metropolitan Opera House de Nueva York, Grand Opera de Paris. el Teatro Colón de Buenos Aires y… la humilde Carbonera. Londres, New York, Bruselas, Berlin, Praga, Copenhague, Vienna, Paris, Oslo, Ciudad de México, Estocolmo, Santiago de Chile, Rio de Janeiro, Buenos Aires y… Guatire. Rusa de nacimiento, el comienzo de la Primera Guerra Mundial la toma desprevenida justamente en Berlín y logró huir a Londres. En el año de su visita a Venezuela la guerra comenzaba a inclinarse a favor de los aliados, pero en su país, Rusia, las cosas empeoraban. Justamente mientras Anna Pávlova distraía su mente ante el paisaje del rio Pacairigua, en Moscú los bolcheviques se imponían a los mencheviques en la conocida Revolución de Octubre, en calendario juliano, que era noviembre en el calendario occidental cristiano o gregoriano. Lo cierto es que las calles de Moscú y San Petersburgo estaban ardientes y revoltosas, y nada mejor que el paisaje rural, silvestre y bucólico de Guatire para disipar penas y atenuar nostalgias.
Anna Pávlova
Jesús María Sánchez, en una crónica sobre Pávlova cita el libro de Daniel Bendaham, Gerencierías, para informarnos que “…La Pavlova quedó tan impresionada con el zapateado del joropo, que decidió allí mismo tratar de aprenderlo. Como se imaginará el lector, numerosos caballeros se ofrecieron de inmediato. Pero ejerciendo su privilegio como huésped de honor, la artista decidió escoger pareja… Para asombro de todos, la escogencia recayó sobre un adolescente de trece o catorce años cuya manera de zapatear había gustado a la famosa invitada. Fue así como el hermano menor de mi padre, mi tío Simón Bendaham, bailó joropo con Anna Pávlova en aquella hacienda de Guatire, convirtiéndose en el único venezolano que tuvo el inefable honor de hacer pareja con esa legendaria figura del ballet”.
El único ser nacido en continente americano diríamos nosotros, por cuanto los bailarines de la compañía de la famosa danzarina eran todos europeos. Es pertinente agregar que fue ese el gran momento de los guatireños en el evento pues ninguno de los invitados sabía bailar joropo mirandino, acostumbrados a los valses, y no estarían a la altura de la ilustre visitante  petersburguesa y a nadie le agrada hacer el ridículo. Así que, como si todo hubiese estado previamente acordado, parejas de aldeanos coparon la pista de baile; se ignora con quién bailaba Simón Bendaham cuando Anna Pávlova irrumpió en el ruedo y sorprendió a sus compañeros de mesa.
Así, quiso el destino que Guatire, pueblo que nació enmantillado por disposición del Cabildo Eclesiástico de Caracas el 23 de marzo de 1680, disfrutó de una jornada memorable en el cual participó la comunidad entera como si se tratara de un día de la Santísima Cruz de mayo o una procesión del Nazareno.

martes, 9 de abril de 2019


La leyenda del Nazareno de Guatire
Aníbal Palacios B.

Un inusitado interés despertó en la población guatireña los actos conmemorativos de la Semana Santa de 2005 motivado a que después de 132 años volvió a verse la cabeza del Nazareno que alarmó a la bucólica aldea guatireña en el año 1873 y que, a falta de crónicas escritas, generó una leyenda en la cual se tejió una misma versión del suceso pero con diferentes protagonistas.

Conocía un lejano y difuso cuento de abuelos que narraba un hecho ocurrido en la iglesia Santa Cruz de Pacairigua, pero por inverosímil no le dedique mayor atención. Parecía una de tantas narraciones propias de Julio Lezama, un personaje nacido en Las dos Quebradas (El Bautismo) a principios del siglo XX a quien llamaban “el hombre más embustero del mundo” por su facilidad para inventar amenas y estrambóticas fábulas que nadie creía pero que a todos divertía. Así que cuando Margarita Centeno, en su casa de Maripérez, me invitó a narrar esta leyenda le expliqué lo poco que me gustaba escribir sobre temas que no podían sostenerse documentalmente, y ese hecho en particular tenía mucho mito y escasa veracidad.

-¿Cómo que escasa veracidad?, ¡la historia es real!- respondió enfática e indignada-. Por mucho tiempo yo tuve la cabeza del Nazareno en ese rincón de  la sala... Le diré a Esther María que hable contigo y te explique lo ocurrido.

Se refería a Esther María Jaspe Espinoza, nieta de Baldomero Espinoza. Margarita ignoraba que Esther había fallecido pocos días antes.  Esther María solicitó a sus hijos la cremación de su cuerpo y que sus cenizas reposaran en la capilla del Nazareno de Guatire. Tres días más tarde Gustavo y Luis Tortabú, sus hijos; vinieron al pueblo. Buscaban la manera de satisfacer los deseos de su madre y se toparon frente a la capilla del Nazareno con Antonio Pittol y este los envió al Centro de Educación Artística Andrés Eloy Blanco (CEA), donde había una reunión de la Academia de la Historia. Conversamos, les expliqué que, ¿casualmente?, estaba tras la pista de la familia para constatar la autenticidad de lo narrado por Margarita Centeno y me informaron que sí, ¡ellos tenían la cabeza del Nazareno!

Luego de exponer los pormenores del asunto hablaron sobre la petición de su madre y me comprometí a que si se exhibía la cabeza del Nazareno durante la Semana Santa, es decir, un mes más tarde,  podría convenir con los directivos de la Sociedad Sostenedora del Culto del Divino Maestro para que satisficieran  los deseos de Esther María, y así ocurrió.

Leyenda y realidad
El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define leyenda, en una de sus acepciones, como la relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos, mientras otros diccionarios definen el término como la narración de sucesos fabulosos o imaginarios, generalmente basados en un hecho real. Eso es precisamente lo que rodea a lo acaecido en Guatire en el año 1873. Se dice que durante la Semana Santa, al momento de bautizar la nueva figura del Nazareno (ceremonia acostumbrada cuando llegaba una nueva imagen al templo), entre sus padrinos estaba una pareja que vivía en concubinato, lo cual era desconocido por los vecinos. Esa relación de pareja hoy es muy común, pero en el siglo XIX no era aceptada por la sociedad. Otra versión señala que fue el Jefe Civil, tampoco casado con su pareja, quien se empecinó en tener el honor de apadrinar la imagen, pese a que era público y notorio el estatus de su relación, y nadie se atrevió a cuestionar su pretensión por tratarse de la Máxima Autoridad del pueblo; por entonces los Jefes Civiles mandaban de verdad. Para sazonar un poco esta última versión, logramos determinar que la Semana Santa de 1873 transcurrió entre el 6 de abril (Domingo de Ramos) y el 13 de abril (Domingo de Resurrección) y también que, ¿fortuitamente?, los registros públicos señalan que el general Silvestre Graterol asumió el cargo de Jefe Civil de Guatire a partir del 26 de abril de ese año; es decir, dos semanas después del Miércoles Santo. ¿Fue acaso destituido su predecesor por provocar una alteración del orden público? Debemos tener presente que eran momentos de guerras, levantamientos y revueltas que brotaban de manera silvestre por todo el país, y no había necesidad, ni era tolerado, que ningún funcionario público las provocara innecesariamente sólo por  satisfacer veleidades personales. .

Los sucesos
Cuenta la leyenda que en el momento de proceder al ritual del bautismo, El Nazareno observó que sus padrinos eran pecadores y ante su asombro levantó la cabeza, los ojos brotaron de sus párpados, abrió la boca con expresión de incredulidad, sacó la lengua, su rostro se deformó y soltó la cruz, manifestando así su indignación ante el agravio. Ciertamente, el Nazareno de Guatire no sostiene con sus manos la cruz que carga. En ese momento los asistentes al acto huyeron despavoridos del recinto y contaron a quienes no estuvieron presentes lo que habían visto “con sus propios ojos". La tradición oral, a falta documentos, se encargaría de transmitir lo ocurrido de generación en generación.

La crónica
La Sociedad Sostenedora del Culto del Divino Maestro se fundó el 11 de abril de 1868; su primer Presidente fue Julián García y entre sus miembros estaba el padre José María Istúriz, Tesorero de la misma y párroco de esta feligresía para el momento en el cual ocurrió esta historia. En el Libro de Acta de esta Sociedad  consta que el 3 de mayo de 1873, 20 días después de lo acontecido, Baldomero Espinoza fue autorizado para trasladar a Caracas la imagen del Nazareno para sustituir la cabeza por otra semejante a la que está en la Iglesia de San Pablo. En dicha Acta no se especifica cómo ni por qué se deformó la figura. Otro elemento que se sumó a la polémica que generó este suceso gira en torno a la propiedad de la imagen y a la relación de Baldomero Espinoza con la Sociedad. Se dice que Espinoza no era miembro de ella, y por su gesto de sufragar la nueva imagen fue nombrado Miembro Honorario. Esta designación consta en el Acta del 03/05/1873; es decir un mes luego de ocurridos los hechos que narramos. Pensamos que bien pudo ser miembro de la Sociedad y recibir tal honor; de hecho, poco tiempo después fue nombrado Vicepresidente y meses más tarde, por razones no explicadas en los libros, renunció al cargo y a su condición de Miembro Activo, más no a su categoría de Honorario.
En relación con la propiedad del Nazareno, la familia Espinoza-Jaspe, siempre ha señalado que perteneció a ellos. Era costumbre en la época que las imágenes fuesen propiedad de las familias, y algunas de ellas las donaban a la Iglesia o a las Sociedades. En la misma Acta que citamos del 03/05/1873 está explícitamente escrito que la representación del Nazareno pertenecía a la Sociedad. No obstante, nos preguntamos ¿por qué Baldomero Espinoza conservó la cabeza original, una vez sustituida, y no la Sociedad? Tal vez los prejuicios propios de la época permitieron que la Sociedad no se interesase en ella.

Calle Concepción, casa de Baldomero Espinoza
¿Fue  originalmente suya la imagen? Es necesario acotar que el Nazareno estuvo por muchos años bajo la custodia de la familia de Baldomero Espinoza, quien por lo demás vivía en la calle Concepción, justo frente a la iglesia. En el año 1928 se construyó la capilla del Nazareno, ubicada en la calle Miranda, en la esquina que conduce al sector conocido como Candilito, y la remozada imagen fue

llevada desde la sala del hogar de los Espinoza-Jaspe hasta la nueva sede. De la Sociedad del Divino Maestro se conoce su Reglamento, que data de 1891, que nos sirvió de base para la investigación, pero se desconocen sus estatutos y su primer libro de Actas.

 ¿Casualidades o causalidades?
¿Es acaso casualidad que la Junta Directiva de la Sociedad del Divino Maestro de ese año 2005, a cuyo frente estaban Ángel Pereira, Rosana de Persis y Marianela Velásquez, haya exhibido la figura del Nazareno justamente en esta Semana Santa? Nuestra inquietud nace de la connotación que tiene la Conmemoración Pascual en ese año 2005.
Como es del conocimiento general, la Iglesia Católica celebra la resurrección del Señor el primer Domingo después de la primera luna llena que ocurre luego del equinoccio de primavera (marzo 21), y este año ocurre una confluencia poco común, que acontece tres o cuatro veces en un siglo: el Día de la Anunciación (25 de marzo) coincide con el Viernes Santo; es decir, el anuncio de la llegada de Jesús con el día de su pasión y muerte. La última vez que esto ocurrió fue en el año 1932; en el presente siglo se repitió el evento en el 2016 y volverá a suceder en  2089 y 2095.

¿Qué observó el público?
Iglesia vieja, plaza vieja
Explicamos la leyenda en referencia por la prensa local y anunciamos la exhibición de la cabeza del Nazareno en su capilla; esto generó  en la población  una gran expectativa por ver esa imagen. Para la gran mayoría era la primera vez que oían hablar de la leyenda; algunos estaban al tanto de ella a través de sus padres y abuelos, pero jamás habían visto la cabeza puesto que se desconocía su existencia y por ende no se exhibía en público. Sólo algunas personas privilegiadas allegadas a las hermanas Edelmira y Esther Jaspe, nietas de Baldomero Espinoza, habían tenido oportunidad de observarla, entre ellas Margarita Centeno, quien nos orientó hacia sus custodios.  La familia Jaspe manifestó que la imagen se "ennobleció" al volver al pueblo y sólo una expresión de asombro acentuada por unos ojos engrandecidos, queda como reminiscencia de lo ocurrido 147 años atrás. La boca abierta deja entrever la posibilidad de que ciertamente haya sacado la lengua y luego ésta se haya retraído; no faltó quien dijera que también se la habían cortado. Hubo quienes manifestaron que todo esto había sido un "invento" de la Sociedad para atraer gente a su sede. Lo cierto es que la expresión del rostro se suavizó; tal vez el Nazareno perdonó el agravio y a las actuales generaciones sólo nos haya impuesto como penitencia el soportar malos gobernantes desde el centenario de los hechos narrados a esta parte, por lo que elevamos nuestras plegarias por el perdón definitivo, y para que se nos libere de este tormento gubernamental.

Colofón
Un nuevo elemento, quién sabe si casual o no, se sumó a los que ya conforman la leyenda. En los días previos a la Semana Santa, la alcaldesa Solamey Blanco decidió reparar las deterioradas escalinatas de la bajada de El Calvario, pero el contrato se lo dieron a alguien inexperto en la construcción de escalinatas o, en el mejor de los casos, desconocedor de la importancia de éstas en el ritual aldeano de la Semana Santa, y las construyó muy cortas y demasiado inclinadas. Cuando bajaban el Nazareno, y pese a los cuidados y previsiones que se tomaron, los cargadores perdieron el equilibrio ante los angostos escalones y el Nazareno estuvo a punto de caerse. Se requirió el concurso de muchas devotas manos para evitar un desastre, pero el generalizado y calificado criterio de los concurrentes estableció que el Nazareno buscó caerse para recobrar su original figura, que reposaba en su capilla, a tres cuadras de allí.

Cosas veredes, amigos míos.


















domingo, 20 de enero de 2019

Una ballena en Guatire


La ballena del Liceo Ramón Alfonzo Blanco
Aníbal Palacios B.
        Durante muchos años, el esqueleto de la ballena que adornaba de manera imponente el patio interior de este liceo ubicado en la calle Miranda, fue el símbolo más representativo de Guatire.
        Tuvo la doble virtud de atraer la mirada y la admiración de propios y extraños, porque no sólo fueron los visitantes foráneos quienes se vieron cautivados por su figura sino que también los lugareños se paseaban por el recinto estudiantil para apreciar lo que fuera un animal lleno de misterios marinos. Eso sí, sólo los visitantes especialistas en la materia se ocuparon de saber la manera cómo había llegado esa ballena hasta Guatire porque, definitivamente, nadando no fue. Transcurridos casi 60 años desde entonces, esos recuerdos pasaron al olvido y allí hubiesen permanecido de no ser por el concurso de tres personas, para el caso concreto de este relato.  

El profesor Narciso Simón Rodríguez Guevara, quien en su condición de Subdirector y Secretario del liceo, escribió una minuciosa crónica donde resta importancia al esfuerzo individual de recuperar los restos de una ballena muerta hallada en los Totumos, y realza el trabajo colectivo de un grupo de personas que hicieron posible la tarea que más adelante se describe.
           Fredis Guaramato, tiene el doble mérito de haber participado en las faenas de recuperación del esqueleto de la ballena y, quizás más importante aún, rescatado de algún olvidado archivo la crónica del profesor Rodríguez Guevara que aquí publicamos textualmente.
           Emma La Negra Pinto, fue la inspiración para que el cronista se interesa en la búsqueda de la información que nos llevó a Fredis y al profesor Rodríguez: rescató de una papelera de la Alcaldía de Zamora unas fotografías de la ballena que son fiel testimonio del relato. Un recién ungido funcionario municipal no entendió la importancia que para la revolución tendría un poco de huesos  fotografiados, ni se ocupó de preguntar, y los archivó en la papelera más cercana. El destino quiso que La Negra se encontrase en el lugar, y no dudó en rescatar el preciado tesoro de la historia aldeana, y los conservase para toda la comunidad zamorana.

Primer esqueleto de ballena armado en Sudamérica

            “El 25 de julio de 1961 nuestro amigo el pescador Juan Ramírez, por intermedio del señor Félix Germán Flores, nos avisó que en Los Totumos (cerca de Cabo Codera) había encontrado una ballena muerta encallada cerca de la playa. El 1° de agosto muy temprano el director del liceo, Br. Manuel Ángel González S., los estudiantes José Antonio García, Cruz Eudoro Hernández, Rogelio Delgado, nuestros amigos Jorge León, Elpidio Porras, Félix Germán Flores y yo nos trasladamos a Carenero, luego en el bote de Juan fuimos a Los Totumos. La ballena estaba en descomposición, pero esto no fue obstáculo para extraer los maxilares inferiores de tres metros cada uno y la cola.
             El día 6 regresamos de nuevo y procedimos a la separación del cráneo y a extraer los músculos que cubrían los costados y el tórax. Fueron desarticuladas las costillas del lado derecho y el resto de la región caudal. Desde el 7 al 12 de agosto nos quedamos trabajando diariamente hasta el atardecer Rogelio Delgado, Elpidio Porras y yo. Para ese día ya se había extraído los órganos del tórax y del abdomen; sólo faltaba por desmembrar quince vértebras de la columna.
Fredis Guaramato
            La tarea más incómoda y forzada fue traer el cráneo desde el lugar donde se descuartizó la ballena hasta los Totumos y de allí a Carenero, pero nuestro amigo Felipe Ordaz nos facilitó el jeep, el remolcador y él lo condujo por el tortuoso camino que fue carretera en un tiempo. Durante estos trece días Juan Ramírez en su bote cruzó la Ensenada de Carenero cuarenta y seis veces sin interés económico para transportar costillas y vértebras. La osamenta fue trasladada hasta Guatire en un transporte cedido por el señor Pedro Delgado y conducido desinteresadamente por el señor Francisco Ruiz.
            El proceso de maceración y limpieza, y la estructuración del esqueleto y de la base metálica, duró ocho meses y medio. La base de hierro fue construida en el taller del Instituto. Participaron en esta labor los estudiantes José Antonio García, Pedro Luis Lugo, Carlos Guaramato, Hugo Hernández, Miguel Pérez Camacho, Francisco Antonio Martínez, Fredis Guaramato, Héctor Ramón Milano, Rogelio Delgado, Humberto Robledo Montalbán, y yo. Casi se me olvida el estudiante Carlos Jugo A. El señor Héctor Álvarez Rodríguez soldó toda la estructura de hierro desinteresadamente, con la buena colaboración de otro amigo nuestro, el señor Pedro Pérez González.
             La preparación y montaje del esqueleto de 12, 46 metros de longitud se efectuó bajo la dirección y planificación del profesor de Ciencias Biológicas del Instituto, Br. Manuel Ángel González S. La labor ha sido dura, pero se ha trabajado intensamente en vacaciones y días de asueto porque ha sobrado buena voluntad.
             El Instituto agradece a  todos su espontánea y eficaz ayuda. El esqueleto de esta ballena junto con otros treinta esqueletos de vértebras y 2.140 muestras de Ciencias Biológicas preparadas en nuestro liceo, están en exposición durante las horas de labor y los domingos en la mañana".

Guatire, 30 de septiembre de 1962

Narciso S. Rodríguez Guevara
Subdirector-Secretario
 
Calle Miranda - Sede del Liceo
La ballena perdida de Guatire
             La nota descrita fue publicada en la edición N° 25 de Tere Tere en Noviembre de 2002, pero la historia continuó. La desaparición del viejo y noble Liceo dejó sin techo a la ballena y el Centro Excursionista Manuel Ángel González (CEMAG) desarmó el esqueleto y lo trasladó a su antigua sede, cercana al Hospitalito; es decir, sin espacio para exhibirla. Al no contar con la ayuda oficial necesaria la cedió al Parque Henry Pittier y allí se perdió su rastro; no obstante ya se había despertado el interés en preocupados aldeanos como Efrén Toro, Oscar Muñoz y Miguel Alciro Berroterán, quienes siguieron la pista y ubicaron el esqueleto en el Museo Marino de Cumaná, pero éste había sido seriamente dañado por el terremoto de 1997 y las especies exhibidas fueron trasladadas a distintos sitios de la ciudad. Paralelamente, Tere Tere ubicó un minucioso y documentado estudio realizado por el biólogo A. I. Agudo que permitió determinar, sin lugar a dudas, que el esqueleto exhibido en ese Museo era el mismo que por muchos años engalanó al Liceo Dr. Ramón Alfonso Blanco. El investigador partió de una crónica publicada en el diario El Nacional (11/08/61) para realizar un meticuloso seguimiento que le permitió establecer que el esqueleto fue entregado en 1986 “… para guarda y custodia (no donación) del Museo del Mar de la ciudad de Cumaná…”  Actualmente la osamenta presenta un marcado deterioro producto de su accidentado peregrinaje, que al parecer no concluye, y se encuentra bajo la custodia de la Universidad de Oriente

 

Confusión
           En el ínterin, se corrió la voz sobre un hallazgo en el Museo del Mar en Margarita, pero resultó ser una falsa alarma. El esqueleto que allí se exhibe es el de una ballena jardinera y no una jorobada, como la nuestra. Fue hallada en Cubagua y mide tres metros. Sólo existen cuatro esqueletos de ballena armados en el país, el primero de ellos se aparejó en Guatire y es patrimonio de esta comunidad, sólo se requiere la disposición gubernamental de rescatarla.

                                                                                                                            04242193635