Guatireña, la primera venezolana que se graduó
de médico en la UCV
Aníbal Palacios B.
Zahra Bendaham Chocrón
fue una audaz, paradigmática y legendaria mujer guatireña que se atrevió a
desafiar prejuicios religiosos, sociales, culturales y
familiares en el primer tercio del pasado siglo para lograr no solo un
propósito personal, sino además para ensanchar caminos que dignificarían a la
mujer venezolana. Sin embargo, es una ilustre desconocida en la comunidad guatireña.
Zahra fue la primera venezolana en graduarse de médico en la Universidad
Central de Venezuela (UCV).
Zahra Bendaham nació
en Guatire a las cinco de la mañana del 28 de agosto de mil novecientos. Hija
de Elisa Chocrón y Carlos Bendaham, próspero comerciante judío
sefardí de origen marroquí. Su tienda –y hogar-
estuvo ubicada en la calle Miranda; vecino a la vivienda de Luis Betancourt y
Virginia Bello. Estudió con las hermanas Hernández Suárez y con el maestro Juan
José Fermín, los mismos docentes que formaron a Rómulo Betancourt, y al igual
que este viajó a Caracas para culminar sus estudios de bachillerato.
En 1923 Zahra obtuvo el Certificado
de Educación Secundaria y se inscribió en la Facultad de Medicina de la UCV. En
1939 se convirtió en la primera venezolana en titularse
Doctora en Ciencias Médicas de la Universidad Central de Venezuela.
Terminó los seis años de la carrera en 1930, antes que ninguna otra mujer en el
país, pese a una severa tuberculosis que casi se lo impide. Pero ese año no
pudo presentar la tesis final requerida en la época para oficializar su título;
su organismo –minado por una severa tuberculosis- ya no daba para más y tuvo que esperar nueve años para cumplir
con el requisito que le otorgó el título que le honra, que enorgullece a la
comunidad guatireña en particular y a la mujer venezolana en general. En un
país de principios del siglo XX diseñado para que triunfaran los hombres, Zahra
Bendaham enfrentó también los prejuicios sobre la idoneidad de la mujer para
realizar tareas diferentes a las domésticas y trazó un camino por el que
transitarían con comodidad cientos de miles de mujeres venezolanas.
Cursaba
el tercer año de carrera cuando se enfermó víctima de una tuberculosis que casi
acaba con su existencia y compromete seriamente la continuidad de sus estudios;
pero Zahra logra sobreponerse y con un esfuerzo sobrehumano culmina la carrera
en 1930, pero no fue
sino hasta el 31 de julio de 1939, ya bastante recuperada, cuando se enfrentó
al jurado que finalmente aprobó su tesis y le otorgó, ese mismo día, el título
de Doctora en Ciencias Médicas.
Al
respecto, en su discurso de grado señala: “Mis seis años de
estudiantado fueron seis años de calvario con todas sus estaciones, sin faltar
una, debido a los tiempos que atravesábamos: incomprensión, preconceptos
arcaicos, falta de costumbre de ver a las mujeres en las aulas, maledicencia,
envidia, pequeños caciquismos en cada jerarquía, groserías innatas, de
unos, persecuciones sistematizadas de los otros, pasiones políticas
encontradas. Desde el bachillerato hice toda la carrera sola: única mujer existente
en aquellos predios de varones, fui por la fuerza de las circunstancias poco
compañera de la generalidad de mis compañeros; para ellos se anteponían por
falta de costumbre, la mujer a la estudiante, no queriendo comprender o no comprendiendo cómo
una mujer podía estudiar medicina sin ser un marimacho, sin perder su decoro,
sin mengua de su honestidad”.
Ese fue parte
del discurso pronunciado por Zahra
Bendaham, oradora de orden del acto donde recibió el título de Doctora en
Ciencias Médicas en la UCV el 31 de julio de 1939. Fue una deferencia de parte
de sus colegas graduandos, quienes reconocieron así el esfuerzo, sacrificio y
constancia de esta mujer que supo enfrentar adversidades personales, académias
y sociales con mucha entereza.
En ese
discurso Zahra plantea: “¿Qué
más se necesita para no sonreír alegremente ni siquiera ante este
triunfo? No que el orgullo se apodere de mi espíritu, ¡oh,
no!, y lo considere como triunfo científico, mas sí como triunfo extraordinario
sobre el medio, los prejuicios, la envidia, las circunstancias que me han
rodeado, mi mal estado de salud y por ende la muerte, el tiempo que ha pasado
desde la terminación de mis estudios…”
La
precedió en el intento de estudiar medicina en la UCV Virginia Pereira Álvarez
en 1911, pero su familia tuvo que emigrar y finalmente terminó la carrera en
Estados Unidos en 1920. Por su parte, Lya Imber llegó a Venezuela en 1930,
mismo año en que Zahra completaba sus estudios. Terminó en 1936, la primera
ciudadana extranjera en graduarse.
La
doctora Sonia Hecker rescató para la historia de la medicina en Venezuela la
importante y determinante presencia de Zahra Bendaham en un hermoso libro cuyo
título es Por una puerta estrecha, publicado
por Fundación Polar en 2006. El relato final, el
discurso de graduación de Zhara refleja sucintamente la vida de esta figura
aldeana. Si eres mujer, si eres médico y sobre todo si eres guatireño debería
leer ese libro.
Zahra se
casó y tuvo una hija, murió en Los Teques en el año 1946, víctima de la
enfermedad que no pudo truncar sus sueños.
Es el momento de rendir
homenaje a Zhara Bendaham Chocrón; el Hospital General de Guatire debe llevar
el nombre de esta extraordinaria mujer que ha puesto en alto el gentilicio guatireño;
en ese sentido las autoridades municipales deben realizar los trámites correspondientes
ante los entes a quienes competa la designación. Asimismo, una de las tantas
avenidas sin nombre que rodean al pueblo debe llevar el nombre de este ilustre
personaje; finalmente, el libro de la doctora Sonia Hecker debe ser reeditado
por la municipalidad, con el permiso correspondiente de su autora.