Guatire no tiene Plaza Bolívar
Aníbal Palacios B.
Vieja iglesia, viaja plaza |
Antecedente patrimonial
Plaza antigua |
La plaza de Guatire no tuvo nombre hasta finales del siglo XIX. Ubicada exactamente en el lugar que hoy ocupa el abandonado, feo e inútil estacionamiento del Centro Cívico, actual sede del Concejo Municipal, la plaza era un pequeño lugar de encuentro, con una fuente en su centro, rodeada de árboles, flores y palmeras, bordeada por una empalizada, que luego fue sustituida por una estructura de hierro y en lugar de la fuente se colocó un faro, y se arreglaron las caminerías. En 1917, por iniciativa de Antero Muñoz, comerciante guatireño de la época con gran ascendencia en la población, se logró que el Distrito Zamora del estado Aragua donara a Guatire un busto de Ezequiel Zamora, que fue enviado desde Villa de Cura hasta Caracas, y de allí, en una carreta, lo trasladaron a nuestra población; a partir de ese momento la plaza, que ya venía conociéndose como Zamora, tenía una figura representativa de su nombre.
Antecedente histórico
Jefatura Civil, al fondo |
El 5 de mayo de 1929, a las 4 y media de la tarde, hubo un alzamiento en Guatire contra el régimen de Juan Vicente Gómez. La conspiración local se enmarcaba dentro de una descoordinada rebelión nacional que en Miranda comandaba el general Norberto Borges. La insurrección fue abortada, pero los guatireños no se enteraron y actuaron según lo planeado. Los rebeldes no lograron tomar la Oficina del Telégrafo y la conjura fracasó, no obstante en el enfrentamiento murió el Jefe Civil Luis Rafael Ostos y un funcionario policial. Juan Francisco Pacheco era el jefe de los insurgentes que, entre otros, conformaban Néstor Silva, Eugenio Muñoz, Gregorio Suárez y Félix Mijares. Desde Araira se incorporaron Natividad Rojas y sus hijos Miguel y Simón González, Luis Mario Monroy y los hermanos Fernández, según una crónica de Ángel María Daló, quien agrega que Ramón Dorta no estaba implicado pero juzgó que de todas maneras lo acusarían y decidió sumarse al movimiento. Por su parte Andrés Pacheco Anderson (Pachequito), quien no tenía nada que ver con el asunto, se convirtió en el primer preso debido a que su ímpetu juvenil, tenía 18 años, le llevo a tomar el viejo Ford Tablitas del Jefe Civil e informar a todo el vecindario sobre los acontecimientos, para luego ir a Guarenas con el mismo propósito, pero fue detenido y torturado. Al resto de los alzados se les persiguió y luego de su detención fueron enviados a la cárcel de la Rotunda, lugar donde ya les esperaba Pachequito. A partir de ese momento Guatire cayó en desgracia para el gobierno del general Gómez, tanto así que se pretendió hasta silenciar su nombre, y según un calificado relato de Elías Centeno, prominente vecino de la época, cuando la prensa capitalina tenía la necesidad de referirse a Guatire, solía utilizar expresiones como “… de una población mirandina…”.
Para el año 1930, con motivo del Centenario de la muerte del Libertador, el general Juan Vicente Gómez, entre otras disposiciones, ordenó que cada pueblo de Venezuela tuviese una plaza con un busto o una estatua del padre de la Patria, financiada por el gobierno nacional. Cuando las autoridades guatireñas fueron a Los Teques, capital del estado, y solicitaron en la Gobernación de Miranda el busto de Bolívar que correspondía a nuestra población se les negó la petición, por insubordinados. Ante esta situación, los honorables ciudadanos guatireños constituyeron una Junta que conformaron el doctor Ramón Alfonzo Blanco (Presidente), el padre Jacinto Soto (Vicepresidente), el doctor Manuel Hernández Suárez (Secretario), Elías Centeno (Tesorero), Antero Muñoz, Régulo Rico y Pablo Antero Muñoz, entre otros, quienes no se quedaron con los brazos cruzados y decidieron que la negativa de ayuda oficial no era motivo suficiente para que Guatire no rindiera un homenaje a Bolívar, por lo que decidieron solicitar a la población una colaboración para adquirir un busto del padre de la patria. La respuesta fue tan contundente que los fondos aportados (Bs. 27.139.80, según el autorizado testimonio de Ángel María Daló, primer Cronista Oficial de la ciudad ) permitirían adquirir no ya un busto sino una estatua a un costo de Bs. 30.281,67. La diferencia, Bs. 3.141,87, la aportó la municipalidad. Eran tiempos de transparencia administrativa y no existía malversación; en otras palabras… bueno, ustedes entienden.
Lo cierto es que acordaron remodelar la plaza y erigir una estatua en
lugar de un busto. La efigie escogida fue la de Bolívar estadista
y guerrero, como se le conoce. Se trata de una réplica de la escultura de
Pietro Tenerani (1789-1869) erigida originalmente para la Plaza Bolívar de
Bogotá en 1846, que fue la primera estatua pública del Libertador en el mundo. En
Ciudad Bolívar también existe una réplica de la misma obra, del año 1869, según
relata César Urbano Taylor en una publicación titulada Pietro Tenerani: el escultor del Libertador. De manera,
que no es cierto que la
estatua de nuestra plaza haya sido solicitada directamente al famoso escultor italiano
(ya había fallecido), ni importada desde Francia o Italia. No había recursos
suficientes para adquirirla, ni el tiempo para tramitarla, vaciarla y
trasladarla, ya que fue enaltecida el 17 de diciembre de 1930.
Plaza, vista desde el Grupo Escolar |
Por lo demás, las autoridades mirandinas consideraron un desacato que
los guatireños insistieran en tener su plaza y presionaron para que no llevara
el nombre del Padre de la Patria, por lo que se optó por denominarle Plaza 24 de Julio. Fue un acto de
resistencia pacífica activa contra el gomecismo, y toda la comunidad participó
en el mismo. Elías Centeno describió el momento de la siguiente manera: “…Con este
gesto correspondió Guatire a la negativa que se le hiciera, reconquistando así
de manera insólita su derecho a ser un pueblo venezolano. No con fondos
nacionales, sino con el dinero del pueblo…”. El 17 de diciembre de 1930, con un
solemne acto público, Guatire conmemoró los cien años de la muerte del
Libertador, y bautizó la plaza como 24 de
julio.
El busto de Zamora fue trasladado a la Plaza 5 de Julio, una pequeña franja de terreno colindante también con la calle Girardot, ubicada en lo que es hoy la entrada del Centro Cívico. A partir de ese momento esa Plaza pasó a llamarse Plaza Zamora.
La defensa patrimonial
Años después, en 1995, el Alcalde Arístides Martínez y el Concejo Municipal abatían la ilustre figura de su pedestal para sustituirla por una estatua ecuestre; demostrando así un absoluto desconocimiento de los valores patrimoniales del municipio que gobernaban, en una acción que subestimó el ímpetu de una joven generación de guatireños, que logró movilizar a la comunidad para impedir que la soberbia de unos funcionarios se impusiera por sobre el sentimiento popular y relegara al olvido una gesta histórica que representa precisamente una demostración de resistencia a las arbitrariedades de los gobernantes. Fue el poeta Rafael Borges quien siguiendo los consejos de otro viejo bardo guatireño, Elías Calixto Pompa (“… entreabre con amor tus labios viejos, y alumbra al joven que te sigue el paso, con la bendita luz de tus consejos”), dolido, preocupado e indignado, exclamó en la plaza ante un grupo de jóvenes: “!Cómo es posible esa barbaridad; eso es un crimen contra los valores culturales de un pueblo, a ustedes los muchachos les corresponde salvaguardar y honrar la memoria histórica de esta comunidad, cómo vamos a dejar que nos quiten nuestra estatua¡” Seguidamente detalló las intenciones de las autoridades locales y explicó las razones por las cuáles la estatua de Bolívar no era tan sólo un monumento más erigido al padre de la patria, sino que tenía una connotación diferente para aquella generación de guatireños que en el año 1930 se atrevió a enfrentar la tiranía para rendir homenaje al Libertador. La arenga caló entre los jóvenes y el movimiento rescatista sumó adeptos en toda la población. La gesta reivindicadora creció y se constituyó el Comité Pro Defensa de la Plaza 24 de Julio, al frente del cual estaba, entre otros César Gil, Cronista Oficial de la Ciudad, José Manuel Milano, César Martínez, Oswaldo Gómez y Marcos Milano. Hubo movilización hacia los planteles educativos, las organizaciones culturales, deportivas, políticas, vecinales y ambientalistas de Guatire, lo que fortaleció al Comité.
Y se prendió la mecha.
Agravio |
El Alcalde pretendía colocar en la plaza una estatua de Bolívar civil encargada al prestigioso escultor Julio César Briceño, pero la comunidad guatireña no aceptó la imposición. No se trataba de rechazar una obra de indiscutible valor artístico e histórico como la figura creada por Briceño; se trataba de defender el legado histórico de la población, y así se le hizo saber al Alcalde y a los Concejales. Pero prevaleció la prepotencia de los gobernantes y la estatua fue bajada de su pedestal a pesar del sólido razonamiento que constituía el hecho de ser un genuino y enaltecedor patrimonio público, de esos que dignifican la lucha de los pueblos. La actitud del Alcalde enardeció a los guatireños y a la iniciativa del Comité de Defensa de nuestra plaza se le fue sumando gente, que poco a poco iba aportando su granito de arena a la causa, y es así como Pedro (Pepote) Muñoz entrega un documento de significativa importancia en la discusión planteada: el programa elaborado para los actos del 17 de diciembre de 1930, denominado: OFRENDA QUE EL PUEBLO DE GUATIRE DEDICARÁ A LA MEMORIA DEL LIBERTADOR SIMON BOLIVAR EN EL PRIMER CENTENARIO DE SU MUERTE, y en reunión realizada en el salón de sesiones del Concejo Municipal, se acuerda que la estatua debe permanecer en su lugar. Pero la soberbia obnubila el entendimiento, y el Alcalde decidió días más tarde desconocer dicho acuerdo bajo el argumento de que ese “grupito” de personas no representaba el sentir popular.
La Alcaldía decide invitar al doctor Marcos París del Gallego, Director
del Ceremonial y Acervo Histórico de la Nación, en su búsqueda de apoyo, pero
los delegados voluntarios de la comunidad guatireña iban multiplicándose día a
día y esta vez le tocó a Marcos Lander, viejo amigo del académico, sumar su
aporte: alertó al ilustre visitante sobre la polémica existente, y París del
Gallego, a la par de exaltar las bondades de la estatua ecuestre, lo cual nunca
estuvo en discusión, recomendó escuchar la voz del pueblo, y ese pueblo gritaba
¡Devuélvannos la estatua! Ante la sordera oficial aunada a una
campaña mediática que tenía por objeto descalificar la voluntad popular, la
movilización continuó, y el Comité decide convocar una Asamblea Popular para el
día 1º de noviembre de 1995 en la Casa Sindical; la masiva asistencia exigió a
los organizadores acciones contundentes para la defensa del patrimonio
histórico y cultural de Guatire; los miembros del citado Comité Pro Defensa de
la Plaza 24 de Julio lograron contener con mucho esfuerzo a la exacerbada e
indignada concurrencia. Privó la sindéresis y la Asamblea se canalizó dentro del
riguroso contexto histórico que le era propio. Ese día se acuerda por
unanimidad dar un ultimátum al alcalde en manifiesto escrito donde se insta a
colocar la estatua en su lugar de origen en un plazo no mayor de 15 días.
Volvió la estatua
Al final, las autoridades ceden ante el peso de las circunstancias, y la estatua pedestre regresa al lugar al cual pertenecía por decisión popular, el poeta Rafael Borges que se encontraba presente en ese momento aplaudía con el entusiasmo de quien ve en ese acto un desagravio a aquellos guatireños de 1930.
La estatua de Bolívar Ecuestre, del escultor Julio César Briceño,
inspirada en un cuadro del pintor Norberto Liendo, se convirtió entonces en una especie de jarrón chino, y comenzaron a buscarle desesperadamente un lugar, cualquier lugar, donde ubicarla. Su escultor negó categóricamente haber exigido a la Alcaldía que retire la estatua de su taller en Las Barrancas, y manifestó que pese a tener un convenio para su custodia, conservación, mantenimiento y protección, jamás le pagaron. El proyecto original era construir una plaza con el nombre del Libertador al lado del Centro Comercial Guatire Plaza, a través de un acuerdo de los constructores con la Alcaldesa Carmen Cuevas, cuya exigencia no fue concretada por ese gobierno. Años después, en 2016, los gobernantes de turno consideraron que ese espacio era más adecuado para ubicar buhoneros y construyeron allí una especie de centro comercial para ellos, mientras confinaban la estatua en la orilla del rio Guatire en la Urbanización Castillejo, en un parque denominado Paseo Ezequiel Zamora; un final que, podemos decir, no fue tan feliz.palacitto@gmail.com
Publicado en TereTere N° 42 - Junio 2004
Actualizado en guatireysugente - Noviembre 2020