Emilio
Cañongo Blanco, sanpedreño de seis décadas
Aníbal Palacios B.
Seis décadas y medias para ser más
precisos, pues anda en estos menesteres desde 1952. Emilio Cañongo Blanco nació
en Cantarrana el 11 de mayo de 1945, hijo de María Blanco y Emilio Cañongo. Su
madre murió cuando tenía siete años y es justo a partir de esa edad cuando
comienza a acompañar a su padre cada 29 de junio, vestido de tucusito. La
conversación con Emilio permite conocer algunos de los tantos parajes oscuros
de la historia de la parranda durante la década posterior a la muerte de Pico Tovar ocurrida en 1965.

Por las calles de Guatire…

El único que vestía pumpá y levita era Justo Pico Tovar, recuerda Emilio, los demás parranderos llevaban cualquier paltó negro y sombrero de cogollo, no había uniformidad en el vestir, tampoco organización como la conocemos ahora, era una festividad espontánea que giraba alrededor de Pico. Como tucusito Emilio bailó amparado por los faldones de Juan Berroterán y Lucas Mijares en sus roles de María Ignacia, junto con sus hermanos Enrique y Jacinto; luego suplió la ausencia del padre quien lo precedió como coticero, rol que lo convirtió por muchos años en una emblemática figura de la tradición del San Pedro de Guatire.
Aún cuando debe existir una perfecta armonía entre el canto, el cuatro y las cotizas - explica Emilio Cañongo- el coticero se guía por el ritmo del cuatrista. Un par de meses antes de parrandear remoja sus cotizar en agua salada y las pone a secar en una superficie plana con un peso encima. Su función dentro de la parranda ahora la transmite a los más jóvenes, aunque admite con un dejo de tristeza su preocupación por el desinterés que observa en muchos parranderos que no terminan de entender que la tradición es mucho más que el 29 de junio. De sus andanzas en el rol de tucusito con Celestino Alzur recuerda que éste le decía “cuando tengan hambre me jalan el paltó”, pero llegado el momento y la acción les replicaba “tan temprano y ya van a estar pidiendo comida”. En los años sesenta visitar Sarría por invitación de Pablo Linares. También recuerda la presencia de la Parranda de San Pedro en la inauguración del Puente Angostura en Ciudad Bolívar; aunque desconoce quién les invitó, estuvieron presentes en el acto, coordinados por Celestino Alzur. Eso ocurrió el 6 de enero de 1967, para entonces Pico Tovar había muerto, por lo que presumimos que la invitación pudo venir de la señora Cruzana Ortega, guatireña, esposa del Presidente de la Corporación Venezolana de Guayana.

Justo Tovar vivía en Caracas y venía directamente a la misa el 29 –continúa su relato - es decir, no participaba en las actividades previas o posteriores a la festividad, de estas se encargaban parranderos como Celestino Alzur o Guillermo Silva. La parranda terminaba en El Olivo, y Pico acostumbraba obsequiar a los tucusitos una bolsita con doce mediecitos (tres bolívares) que Emilio le entregaba a su padre. Hoy Emilio sigue activo en la Fundación Parranda de San Pedro del 23 de Enero, institución que presidió y desde la cual enseña a coticear, a confeccionar el pumpá y la levita y enseñar sobre la importancia y trascendencia de esta ancestral tradición.
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