La leyenda del Nazareno de
Guatire
Aníbal Palacios B.
Un inusitado interés despertó en la población guatireña los actos
conmemorativos de la Semana Santa de 2005 motivado a que después de 144 años
volvió a verse la cabeza del Nazareno que alarmó a la bucólica aldea guatireña en
el año 1873 y que, a falta de crónicas escritas, generó una leyenda en la cual
se tejió una misma versión del suceso pero con diferentes protagonistas.
Conocíamos un lejano y
difuso cuento de abuelos que narraba un hecho ocurrido en la iglesia Santa Cruz
de Pacairigua, pero por inverosímil no le dábamos mayor crédito. Parecía una de
tantas narraciones propias de Julio Lezama un personaje nacido en Las dos
Quebradas (Araira) a principios del siglo XX a quien llamaban “el hombre más embustero del mundo” por
su facilidad para inventar amenas y estrambóticas fábulas que nadie creía pero que
a todos gustaba. Así que cuando Margarita Centeno me invitó a narrar esta
leyenda le expliqué lo poco que me gustaba escribir sobre temas que no podían
sostenerse documentalmente, y esos hechos tenían mucho mito y escasa veracidad.
-¿Cómo que escasa veracidad?, ¡la historia es real!- respondió enfática.
Por mucho tiempo yo tuve la cabeza del Nazareno en la esquina de esta sala. Le
diré a Esther María que hable contigo y te explique lo ocurrido.
Se refería a Esther María
Jaspe Espinoza, nieta de Baldomero
Espinoza. Margarita ignoraba que Esther había fallecido pocos días antes de
nuestra conversación y había solicitado la cremación y que sus cenizas reposaran
en la capilla del Nazareno de Guatire. Tres días más tarde Gustavo y Luis
Tortabú, hijos de Esther, se presentaron en la sede del CEA donde casualmente
ese día había una reunión de la Academia de la Historia de Guatire; conversamos
sobre la petición de su madre y les expliqué si se exhibía la cabeza del
Nazareno durante la Semana Santa podía convenir con los directivos de la
Sociedad Sostenedora del Culto del Divino Maestro que satisficieran los deseos Esther María Jaspe Espinoza, y así
ocurrió
.
Leyenda y realidad
El diccionario de la Real
Academia Española de la Lengua define la leyenda, en una de sus acepciones,
como la relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que
de históricos o verdaderos, mientras otros diccionarios definen el término como
la narración de sucesos fabulosos o imaginarios, generalmente basados en un hecho
real; y eso es precisamente lo que rodea lo acaecido en Guatire en el
año 1873. Se dice que durante la Semana Santa, al momento de bautizar la nueva figura
del Nazareno (ceremonia acostumbrada cuando llegaba una nueva imagen al templo),
entre sus padrinos estaba una pareja que vivía en concubinato, lo cual era
desconocido por los vecinos. Esa relación de parejas hoy es muy común, pero en
el siglo XIX no era aceptada por la sociedad. Otra versión señala que fue
el Jefe Civil, tampoco casado con su pareja, quien se empecinó en tener el
honor de apadrinar la imagen, pese a que era público y notorio el estatus de su
relación, y nadie se atrevió a cuestionar su pretensión por tratarse de la
Máxima Autoridad del pueblo; por entonces los Jefes Civiles mandaban de
verdad. Para sazonar un poco esta última versión, logramos determinar que la
Semana Santa de 1873 transcurrió entre el 6 de abril (Domingo de Ramos) y el 13
de abril (Domingo de Resurrección) y también que, ¿casualmente?, los registros
públicos señalan que el general Silvestre Graterol asumió el cargo de Jefe
Civil de Guatire a partir del 26 de abril de ese año; es decir, dos semanas
después del Miércoles Santo. ¿Fue acaso destituido su predecesor por provocar
una alteración del orden público? Debemos tener presente que eran momentos de
guerras, levantamientos y revueltas que brotaban de manera silvestre por todo
el país, y no había necesidad, ni era tolerado, que ningún funcionario público
las provocara innecesariamente sólo por satisfacer veleidades personales. .
Los sucesos
Dice la leyenda que en el
momento de proceder al ritual del bautismo, El Nazareno observó que sus
padrinos eran pecadores y ante el asombro levantó la cabeza, los ojos brotaron
de sus párpados, sacó la lengua, su rostro se deformó y soltó la cruz,
manifestando así su indignación ante el agravio. Ciertamente, el Nazareno de
Guatire no sostiene con sus manos la cruz que carga. En ese momento los
asistentes al acto huyeron despavoridos del recinto y contaron a quienes no
estuvieron presentes lo que habían visto “con sus propios ojos". La
tradición oral, a falta documentos, se encargaría de transmitir lo ocurrido de
generación en generación
La crónica
La Sociedad Sostenedora del
Culto del Divino Maestro se fundó el 11 de abril de 1868; su primer Presidente
fue Julián García y entre sus miembros estaba el padre José María Istúriz,
Tesorero de la misma y párroco de esta feligresía para el momento en el cual ocurrió
esta historia. En el Libro de Acta de esta Sociedad consta que el 3 de mayo de 1873, Baldomero
Espinoza fue autorizado para trasladar a Caracas la imagen del Nazareno para
sustituir la cabeza por otra semejante a la del Nazareno de San Pablo. En dicha
Acta no se especifica cómo ni por qué se deformó la imagen. Otro elemento que
se sumó a la polémica que generó este acontecimiento gira en torno a la
propiedad de la imagen y a la relación de Baldomero Espinoza con la Sociedad.
Se dice que Espinoza no era miembro de ella, y por su gesto de sufragar la
nueva imagen fue nombrado Miembro Honorario. Esta designación consta en el Acta
del 03/05/1873; es decir un mes luego de ocurridos los hechos que narramos.
Pensamos que bien pudo ser miembro de la Sociedad y recibir tal honor; de
hecho, poco tiempo después fue nombrado Vicepresidente y meses más tarde, por
razones no explicadas en los libros, renunció al cargo y a su condición de
Miembro Activo, más no a su categoría de Honorario.
En relación a la propiedad
del Nazareno, la familia Espinoza-Jaspe, siempre ha señalado que perteneció a
ellos. Era costumbre en la época que las imágenes eran propiedad de las
familias, y algunas de ellas las donaban a la Iglesia o a las Sociedades. En la
misma Acta que citamos del 03/05/1873 está explícitamente escrito que la imagen
del Nazareno pertenecía a la Sociedad. No obstante, nos preguntamos ¿por qué
Baldomero Espinoza conservó la cabeza original, una vez sustituida, y no
la Sociedad? Tal vez los prejuicios propios de la época permitieron que la
Sociedad no se interesase en ella.
¿Fue originalmente suya la imagen? Es necesario
acotar que el Nazareno estuvo por muchos años bajo la custodia de la
Familia Espinoza, que por lo demás vivía justo frente a la iglesia. En el año
1928 se construyó la capilla del Nazareno, ubicada en la calle Miranda, en la
esquina que conduce al sector conocido como Candilito, y la remozada imagen fue
llevada de la sala del hogar de los Espinoza-Jaspe hasta la nueva sede. De la
Sociedad del Divino Maestro se conoce su Reglamento, que data de 1891, que nos
sirvió de base para nuestra investigación, pero se desconocen sus estatutos y
su primer libro de Actas.
¿Casualidades o causalidades?
¿Es acaso casualidad que la
Junta Directiva de la Sociedad del Divino Maestro de ese año 2005, a cuyo
frente están Ángel Pereira, Rosana de Persis y Marianela Velásquez, haya
exhibido la imagen del Nazareno en esta Semana Santa? Nuestra inquietud nace de
la connotación que tiene la Conmemoración Pascual en este año 2005. Como es del
conocimiento general, la Iglesia Católica celebra la resurrección del Señor el
primer Domingo después de la primera luna llena que ocurre luego del equinoccio
de primavera (marzo 21), y este año ocurre una confluencia poco común, que
acontece tres o cuatro veces en un siglo: el Día de la Anunciación (25 de
marzo) coincide con el Viernes Santo, el anuncio de la llegada de Jesús con el
día de su pasión y muerte. La última vez que esto ocurrió fue en 1932; en el
presente siglo se repetiría el acontecimiento en pasado año 2016 y luego volverá
a suceder en 2089 y 2095.
¿Qué observó el público?
Explicamos la leyenda en
referencia por la prensa local y anunciamos la exhibición de la cabeza del
Nazareno en su capilla; esto generó en
la población una gran expectativa por ver
esa imagen. Para la gran mayoría era la primera vez que oían sobre la leyenda; algunos
estaban al tanto de ella a través de sus padres y abuelos, pero jamás habían
visto la cabeza puesto que de desconocía su existencia y por ende no se exhibía
en público. Sólo algunas personas privilegiadas allegadas a las hermanas Edelmira
y Esther Jaspe, nietas de Baldomero Espinoza, habían tenido oportunidad de
observarla, entre ellas Margarita Centeno, quien nos orientó hacia
sus custodios. La familia Jaspe manifestó que la imagen se
"ennobleció" al volver al pueblo y sólo una expresión de asombro
acentuada por unos ojos engrandecidos, queda como reminiscencia de lo ocurrido
132 años atrás. La boca abierta deja entrever la posibilidad de que ciertamente
haya sacado la lengua y luego ésta se haya retraído; no faltó quien dijera que
también se la habían cortado. Hubo quienes manifestaron que todo esto había
sido un "invento" de la Sociedad para atraer gente a su sede. Lo
cierto es que la expresión del rostro se suavizó; tal vez el Nazareno perdonó
el agravio y a las actuales generaciones sólo nos haya impuesto como penitencia
el soportar malos gobernantes desde el centenario de los hechos narrados a esta
parte, por lo que elevaremos nuestras plegarias por el perdón definitivo, y nos
libere de este tormento..
Colofón
Un nuevo elemento, quién
sabe si casual o no, se sumó a los que ya conforman la leyenda. En los días
previos a la Semana Santa, la alcaldesa Solamey Blanco decidió reparar las
deterioradas escalinatas de la bajada de El Calvario, pero el contrato se lo
dieron a alguien inexperto en la construcción de escalinatas o, en el mejor de
los casos, desconocedor de la importancia de éstas en el ritual aldeano de la
Semana Santa, y las construyó muy cortas y demasiado inclinadas. Cuando bajaban
el Nazareno, y pese a los cuidados y previsiones que se tomaron, los cargadores
perdieron el equilibrio ante los angostos escalones y el Nazareno estuvo a
punto de caerse. Se requirió el concurso de muchas devotas manos para evitar un
desastre, pero el generalizado y calificado criterio de los concurrentes
estableció que el Nazareno buscó caerse para recobrar su original figura, que
reposaba a tres cuadras de allí.
Cosas veredes, amigos míos.
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